Jump to content

Lo que uno está dispuesto a dar [ESPAÑOL]


dangerdanger

Recommended Posts

[SEPAN DISCULPAR LA DEMORA, ME COSTÓ SEGUIR LA HISTORIA MAS DE LO QUE PENSABA. LE CAMBIÉ EL TITULO PARA QUE REFLEJE MEJOR LO QUE VA A SUCEDER. OJALÁ LES GUSTE]

 

VII — El asunto de la carne


—¡¿Qué le dijiste qué?! —gritó Leandro para hacerse escuchar sobre la música.
Como todas las noches de viernes estábamos en nuestro boliche gay favorito viendo si aparecía alguien que valiera la pena.
—No puedo creer lo que estás haciendo —agregó—. Si terminás preso no esperes que yo te vaya a sacar de prisión. ¡Tomi, el corderito ese tiene veinte años!
—Tiene dieciocho.
—¡¿¡¿¡¿¡¿Qué!?!?!?!?!?!
—¿Qué pasó? —preguntó Facu de regreso del baño.
Facu era compañero mío de la oficina hacía varios años. Ni bien nos conocimos me invitó a salir, pero yo decliné su invitación lo más amistosamente que pude. Quizás de haber hecho algo de deporte Facu podría haber tenido un cuerpo que me interesara, pero no era el caso. Era verdad que era un poco más alto que yo. Casi un setenta y cinco, pero tenía una panza del tamaño de un barril y encima era peludo como un osito. Tenía unos anteojos culo de botella que hacían de sus ojos dos canicas diminutas. Cuando Leandro lo conoció me dijo que yo parecía UNICEF haciendo caridad con gente que estaba destruida. De todos modos después de un tiempo le tomó afecto y los tres nos hicimos amigos. Íbamos juntos a todos los bares y boliches gay y cosas así.
Tanto Facu como Lean sabían que ambos habían gustado de mí en algún momento y eso los había incluso acercado entre ellos. No estaba seguro, pero a veces tenía la sensación de que tenían una amistad por fuera de mí. 
—Contale lo que hiciste —me dijo Leandro.
Cuando se ponía así parecía mi vieja.
Igual yo me daba cuenta de que los celos hablaban en él. Leandro se habría muerto de felicidad si yo le hubiera hecho la propuesta que le había hecho a Nico.
—Le dije a Nico si quería venirse a vivir a mi casa.
—Wow —dijo Facu en un shock total.
Él también parecía desilusionado. Supongo que aunque los dos decían que me habían superado, eso no era del todo cierto. Mientras en Leandro eso se expresaba en cierta maldad que a veces le salía cuando me tiraba unos dardos envenenados, en Facu se expresaba más una tristeza. Facu no solo parecía un osito por fuera, sino que también lo era por dentro. No tenía una sola pizca de maldad.
Recuerdo que cuando nos conocimos hacía algunos años y él se dio cuenta de que a mí me gustaban los hombres musculoso, incluso se anotó en el gimnasio para entrenar conmigo. Aunque me sacaba casi treinta kilos (Facu tenía una panza que no lograba bajar con nada), Facu levantaba menos peso que yo; supongo que no era falta de fuerza, sino de interés real. A mí me gustaba levantar pesas, a él no. Al poco tiempo dejó e incluso aumento unos kilos más. Su panza se volvió ese barril que a veces asomaba debajo de la remera.
Esa noche me volví temprano a casa. Pese a que me gustaba ir a los boliches a ver si encontraba a alguien o al menos ver a alguno de esos mastodontes llenos de músculos que iban a bailar moviendo el culo enorme y sus piernas súper desarrolladas, en lo único que podía pensar realmente era en que Nico iba a venirse a vivir conmigo. Era algo en lo que pensaba casi todo el tiempo y cada vez que lo hacía no podía evitar que se me parara. La sola idea de tenerlo en casa me calentaba.
Durante ese fin de semana esperé con insomnio a que llegara el lunes. El domingo me llegó un mensaje de Nico que hizo que mi corazón latiera más rápido.
—¿Qué hacés, Tomi? —me dijo—. Ya hablé con mis viejos. ¿A qué hora hacemos la mudanza?
Por alguna razón, que él me llamara Tomi me calentaba.
—Cuando te venga bien —le respondí—. Yo termino de trabajar a las seis. Si querés te paso a buscar cuando salga.
—¡Genial! Quedamos así. Abrazo.
Eso era lo único que yo quería: que Nico me abrazara y me apretara contra sus increíbles pectorales y su cuerpo lleno de músculos.
El lunes al salir del trabajo pasé por su casa y al subir al auto me dijo:
—¡Boludo, pegaste alto carro! ¿Sos rico?
Con solo ver la casa donde vivían sus padres me di cuenta de que su familia no tenía mucha plata. Yo no es que fuese un millonario (bueno, en verdad técnicamente sí lo era), pero la mayoría de la gente cree que por ser millonario a uno le sobra la plata. Digamos que tenía plata para vivir más cómodamente que la mayoría. Para comprarme el auto que quisiera y vivir donde quisiera.
—¡Pará, chabón, tenés garaje en tu edificio! —me dijo ni bien entramos con el auto.
—¿Eso es todo lo que trajiste? —dije cuando me di cuenta que Nico solo había traído un bolso y una mochila.
—No necesito más —me dijo mientras admiraba el ascensor—. Boludo, ¿qué onda? ¿Sos Bill Gates?
Cuando entramos al departamento se quedó con la boca abierta. Era verdad que era un departamento amplio. Tenía cinco habitaciones, tres baños, un living bastante grande, un comedor y una cocina con grandes ventanales que daban al balcón. Justamente por eso lo había comprado; era un departamento bastante lindo.
—Boludo, esto es una mansión. Es mas grande que la casa de mis viejos —dijo después de inspeccionar todos los cuartos.
Le mostré su cuarto y su baño. Aunque no tenía baño en suite para él, era cien veces mejor de dónde había vivido hasta entonces.
—¡Boludo, esto es zarpado! Si sabía que eras rico en vez de hacerme amigo, te robaba o algo.
—Ponete cómodo mientras preparo la comida —dije.
Me fui a la cocina y saqué la carne. No voy a mentir, otra de las cosas que tenía en mente era alimentar a Nico como dios manda para que pudiera lograr lo que él quería, en especial porque lo que él quería era lo que yo quería: que sus músculos se volvieran todavía más grandes. Era algo que yo siempre había querido para mí, pero al parecer la naturaleza no me había ayudado. En Nico en cambio todos sus genes parecían estar decididos a eso, era como que lo que a mi cuerpo le costaba años lograr, él era capaz de hacerlo en un solo día. Solo alguien naturalmente dotado podía lograr ese cuerpo sin comer bien y sin los suplementos necesarios.
Cuando puse la carne, Nico entró en la cocina.
—Te ayudo —me dijo y se quitó la remera con un movimiento que por poco me hizo soltar el cuchillo de la mano.
Pude ver sus abdominales enormes y marcados apareciendo lentamente en su cintura sin un gramo de grasa a medida que su cuerpo se ensanchaba hasta llegar a sus enormes y súper desarrollados pectorales anchos y perfectos. Después asomaron sus hombros como piedras y sus brazos musculosos quedaron totalmente libres. Tiró la remera en la silla y se acercó para sacarme el cuchillo y ponerse a cortar las verduras. Pude sentir el aroma de su enorme cuerpo junto a mí. Mis ojos tan solo llegaban hasta su cuello. Y qué cuello, era ancho y lleno de fibra.
—Vamos a comer bife con papas, porque supongo que es lo que necesitás —dije haciéndome el gracioso—. A ver si dejás de quejarte de que no comés bien.
Nico se rió.
—Es más, tenía pensado que vos me digas bien qué mierda necesitás comer así dejás de llorar que no lográs lo que querés.
Pude ver el brillo en sus ojos casi como si estuviera a punto de llorar.
—Te voy a vaciar la billetera —me dijo y me pegó en el hombro.
Después de comer nos sentamos en el balcón. Nico todavía sin remera. Yo podía ver como la comida había llenado su panza aunque sin que perdiera por un segundo la demencial definición de sus abdominales. Nico se pasó una mano por la panza y se acarició los pectorales. Era un movimiento que hacía bastante seguido. En cualquier persona con un cuerpo “normal” ese gesto no me hubiera llamado la atención, pero en Nico era casi como si se estuviera “tocando” frente a mí. Me hubiera muerto de poder sentir lo que su mano estaba sintiendo.
—Ah, me olvidé de darte algo —dije y me levanté de la silla.
Fui hasta otro de los cuartos y saqué el regalo del armario. Era una bolsa enorme. Cuando se la di Nico me miró con una sonrisa que hizo que mi corazón se me inflara en el pecho. Parecía un chico recibiendo un regalo de Papá Noel.
—¿Qué es?
—Un regalo, pelotudo, ¿qué va a ser?
Se rió y lo abrió para quedar boquiabierto. Metió una mano y sacó un tarro de 3 kilos de proteínas con carbohidratos, otro mas chiquito de Creatina, BCA, Aminoácidos, y otros tantos más que yo nunca había probado. Básicamente todos los suplementos que el vendedor me había dicho que servían para ganar masa muscular.
—Boludo, no puede ser —dijo todavía sin poder creer lo que tenía frente a sus ojos—. ¡Esto sale una fortuna! Te fuiste a la mierda.
Se levantó de la silla y se acercó para darme un abrazo. Ni bien me puse de pie, me envolvió en sus increíbles brazos y pude sentir su pecho contra el mío. Todo su cuerpo estaba caliente y duro. Era como ser apretado contra unas rocas que hubieran sido calentadas durante el sol del mediodía.
—Boludo voy a tener que conseguir un trabajo para devolverte algo de todo esto.
—No te preocupes por eso —dije cuando me soltó.
Nico tenía una expresión de felicidad pura. Se rascaba la cabeza con ambas manos. Sus brazos levantados eran increíbles; podía ver toda la definición de sus bíceps al mismo tiempo que su pecho se estiraba. Sus axilas eran enormes y profundas.
—No, boludo, es demasiado —me dijo—, no puedo aceptar todo esto…
—¿Por qué no?
—No sé, no me parece justo.
—Hagamos esto —le dije—. ¿Que te parece si a cambio sos mi personal trainer? ¿Qué te parece? Yo te hospedo en mi casa y vos me ayudás a mejorar mi estado físico.
Nico me sonrió con un poco de maldad.
—¿Vas a hacer lo que yo te diga?
—Siempre y cuando no me quieras meter en un campo de entrenamiento, hago lo que digas.
—Ok, entonces yo cocino —dijo Nico.
—¿Qué?
—Yo cocino. Yo me encargo de tu entrenamiento y de tu dieta a cambio de hospedaje.
—Bien, me parece justo.
Esa noche, cuando me fui a dormir me costó conciliar el sueño. Estaba demasiado excitado sabiendo que Nico estaba durmiendo en el cuarto de al lado, era como un sueño hecho realidad. Me masturbé varias veces hasta quedar rendido y finalmente me dormí.
Cuando me levanté a las siete de la mañana del día siguiente Nico ya se había levantado y estaba haciendo el desayuno con tan solo unos calzones puestos. Ver a la mañana sus increíbles músculos me dejó boquiabierto.
—¿Sorprendido? —me preguntó sonriendo.
—Sí… sí… ¿Qué hacés despierto a esta hora? —le pregunté.
—¿Cómo que hago despierto? —me dijo abriendo sus enormes brazos como si quisiera mostrarme su terrible musculoso cuerpo—. Te hago el desayuno. Te dije que me iba a encargar de la comida y el desayuno es la comida mas importante del día.
Cuando sirvió todo me di cuenta a qué se refería. Había dos bowls con huevos revueltos (¡dos yemas y tres claras para cada uno!), panceta, avena, bananas, leche y un batido de proteínas.
—Boludo, voy a terminar internado después de comer todo esto.
Nico se devoró su desayuno y se bajó el batido de proteínas de un trago. Después se golpeó la panza como un gorila y eructó.
—¡Delicioso!
Era verdad, estaba bastante rico.
—No te imaginaba cocinero —le dije.
—Viste lo que dicen —me dijo y flexionó un brazo para que viera su increíble bícep—. Los músculos se hacen en la cocina.
Antes de irme le di su copia de la llave de entrada y me fui a trabajar. Quedamos que al mediodía nos encontrábamos en el gimnasio.
A eso de las 12, antes de salir de la oficina para ir a entrenar, me lo encontré a Facu que había llegado tarde; se había quedado dormido de nuevo.
Facu siempre parecía haber pasado una noche con insomnio. En verdad dormía como un muerto, pero siempre llegaba al trabajo despeinado, con los anteojos un poco fuera de lugar y vestido como si se hubiera puesto lo primero que había encontrado. Casi siempre venía con la misma ropa: un jogging, una remera que le quedaba enorme y unas zapatillas que parecían hechas para el espacio. Incluso así se podía ver su enorme panza de andar comiendo medialunas y porquerías todo el tiempo.
—Buen día, bello durmiente —le dije y su cara se iluminó.
Facu era la persona con menos confianza en sí mismo y cualquier atisbo de cariño lo hacía brillar como un perrito que necesita una caricia. También era verdad que todavía seguía enganchando conmigo (mucho más que Lean, que incluso me decía “Facu aún te ama) y cualquier comentario lindo de mi parte lo llenaba de la ilusión.
—Me quedé re dormido —dijo.
—Me doy cuenta, vas a tener que darle algunas explicaciones al viejo.
Así era como llamábamos al dueño de la empresa; el viejo. Tan solo tenía quince años más que nosotros, por lo que en verdad se podía considerar alguien relativamente joven y no solo eso; también era bastante apuesto. En la empresa se decía que se había acostado con la recepcionista a la que todos querían llevar a la cama y que nadie, excepto él había logrado.
—¿A dónde vas vestido así? —me preguntó. 
Yo me había puesto mi ropa de hacer deporte.
Lo primero que Facu me miró fueron las piernas; yo sabía que tenía debilidad por las piernas de los hombres. Las mías no estaban nada mal, no eran nada especial, pero para él de seguro eran algo difícil de dejar de mirar. 
—Me voy a entrenar —le dije.
—¿Vas con el chico ese…? ¿Cómo se llamaba?
—Nico, y ahora es mi entrenador personal.
—¡Jodeme! ¡Nico, vas a hacer que te arresten!
—¿Por? ¿Por darle trabajo? ¡Ni que lo estuviera prostituyendo! Además tiene 18, es mayor de edad.
—¡Dios mío, no debe parar de garchar!
Cuando salí de la oficina me di cuenta que no había pensado en eso. Pero supuse que Facu tendría razón. Nico parecía el típico chabón capaz de garchar durante horas y horas y de llevar minas y minas a su casa. Quizás cuando vivía con sus padres ellos no le dejaban hacerlo, pero ahora que se había mudado conmigo…
Quizás tendría que charlar algunas cosas con él.

Cuando llegué al gimnasio Nico ya estaba ahí. Verlo siempre me producía una alegría que me hacía sonreír. Al mismo tiempo que siento que elevaba mi temperatura corporal unos cuantos grados. Llevaba su musculosa que dejaba ver sus increíbles brazos y sus hombros en forma de piedras. Cada día que lo veía tenía la sensación de que estaba más musculoso y ahora que estaba contento y lleno de energía la sensación era todavía más impresionante. Nico simplemente parecía estarse inflando de todas las ganas que tenía de crecer.
—¿Preparado? —me preguntó mientras estiraba.
—Algo me dice que me vas a matar.
—Algo te dice que estás en lo cierto.
Ese mediodía entrenamos como nunca. Nico estaba súper energizado. No solo me pidió que levantara pesos que nunca había levantado, sino que me acompañaba con mucho cuidado tanto para que hiciera fuerza como para que no me lastimara. Él por su parte entrenó como una bestia. Estaba concentradísimo y antes de cada levantamiento se golpeaba el pecho y los músculos para concentrarse todavía más. Levantó una locura y cuando se puso de pie después de la última repetición su pecho parecía haberse multiplicado por dos. Sus dos enormes pectorales sobresalían debajo de la tela como rocas. Después fue el turno de hacer tríceps y sucedió lo mismo. Nico me dejó de cama, pero él entrenó como un animal. Cuando terminamos le costaba bajar los brazos.
Esa tarde cuando llegué a casa me lo encontré con una toalla alrededor de la cintura cocinando sin remera. La imagen me dejó boquiabierto.
—Boludo, estás enorme —le dije.
—Después de que te fuiste entrené un poco más —dijo e hizo subir su pecho.
—¿Más? Boludo, te vas a romper todo.
—Nah, lo tengo todo bajo control. La clave está en comer bien y ahora que voy a comer como se debe puedo entrenar mucho más pesado.
Después de eso me mostró lo que había cocinado. Parecía una comida para cuatro personas. Yo solo comí un poco más de lo que era mi porción habitual, la verdad era que no me entraba más comida. Nico se comió todo. Su panza llena de abdominales definidos se infló como si tuviera un bebé adentro. Igual no perdió nada de definición. Se golpeó la panza y dijo:
—Esto, mañana se vuelve nafta —y flexionó sus brazos para enfatizar el asunto.
Parecía todavía más grande que el mediodía.

Al día siguiente, cuando me desperté, sentía que me habían cagado a trompadas. Era como si cada musculo que tuviera me estuviera puteando por lo que había hecho en el gimnasio. Nico en cambio estaba más energizado que el día anterior. Esa semana descubrí que no iba a poder entrenar los cinco días de la semana como hacía antes, cada entrenamiento con Nico me requería descansar un día entero para poder recuperarme. Él  en cambio no solo entrenaba mas fuerte sino que empezó a ir seis veces por semana al gimnasio. Entre la comida, los suplementos y el entrenamiento los resultados no tardaron en aparecer. Nico se estaba volviendo una bestia. Sus pectorales que siempre me habían parecido grandes ahora sobresalían todavía más de su cuerpo como dos montañas que estuvieran emergiendo de la tierra. Sus hombros estaban todavía más anchos, mas grandes y con más fibras que se marcaban al menor movimiento. Sus bíceps y tríceps tenían el aspecto de rocas durísimas y estaban cada vez mas grandes. La ropa había empezado a quedarle más apretada y me pareció que sería un buen incentivo comprarle algo un poco más grande.
Ese sábado, cuando Nico llegó de entrenar y encontró las bolsas con la ropa, se quedó boquiabierto. 
—Es para que no tengas que andar con esa ropa que te queda cinco talles mas chico —le dije con una sonrisa.
Sacó las remeras talle XXXL y su sonrisa le iluminó el rostro.
—Boludo, sos un genio, no voy a poder pagarte nunca lo que estás haciendo.
—Dejate de joder y en vez de querer pagarme entrená para llenar esas ridículas remeras.
—¡Trato hecho!—me dijo y me pegó apenas en el hombro, pero para mí fue como si me sacudiera el piso.
Los resultados no tardaron en aparecer. Nico estaba creciendo como una bestia. Cada día que pasaba yo veía que su espalda se estaba volviendo más ancha mientras se cubría de músculos nuevos y más grandes. Mientras tanto su cintura permanecía como siempre, lo cual le daba un aspecto impresionante a su cuerpo. Visto de atrás parecía tener alas de lo ancho que se había vuelto.
Nico estaba feliz y energizado. Se levantaba temprano, comía como animal, se iba a entrenar y volvía transpirado y todo duro de haber entrenado. Cuando se sacaba la remera para cocinar yo tenía que hacer un esfuerzo para no quedarme mirando el tamaño descomunal de su pecho. Muchas veces no aguantaba mas que unos pocos minutos por lo que le decía que iba a bañarme y en la ducha lo imaginaba creciendo todavía más. 
Lo imaginaba entrando a la ducha mientras yo me bañaba y todo inocente decir que sus músculos estaban demasiado duros después de haber crecido tanto y me pedía que lo masajeara, que sintiera lo fuerte que se había vuelto, lo grande que se habían vuelto sus pectorales, mientras me cargaba por lo chiquito que era mi baño y me decía que le llamaba la atención lo flaquito que yo era y se acercaba para ver cuánto más grande era él que yo. Entonces yo imaginaba su pecho acercándose hasta cubrir todo mi campo de visión y él me preguntaba si me incomodaba lo musculoso que se había vuelto. Yo le decía que no, que sus músculos estaban muy bien y él me decía que se sentía enorme y que le gustaba ser cada día más grande. Yo le decía que se estaba volviendo una bestia y él levantaba un brazo para flexionarlo frente a mi cara y me decía que todavía quería crecer más. Yo le decía que sus músculos eran impresionantes y él me decía que podía tocarlos si quería. Yo apoyaba mis manos sobre su pecho y sentía lo duro y enorme que se había vuelto mientras él lo flexionaba. Después me preguntaba si alguna vez había tocado el cuerpo de un hombre tan musculoso. Yo le decía que no, que nunca había estado tan cerca de alguien así. Y él decía que si yo quería se podía acercar un poco más y entonces daba un paso al frente apretándome contra la pared con su pecho enorme y musculoso a centímetros de mi cara. Él me miraba desde arriba me sonreía y me decía que intentara moverlo. Entonces yo lo empujaba con todas mis fuerzas mientras sentía sus músculos tensarse sin ser capaz de moverlo un centímetro, entonces él se reía y decía que quizás se había vuelto demasiado fuerte. Entonces me daba un abrazo y hundía mi cara en sus inmensos pectorales. En ese momento yo acababa, justo a tiempo para comer.

El sábado siguiente le prometí a Nico que yo le cocinaría algo rico para variar. Él estaba cocinando todas las comidas y me parecía injusto que yo no hiciera nada. A él no le molestaba (y a mí tampoco me molestaba verlo comer solo con un pantalón corto haciendo un despliegue increíble de músculos en mi cocina), pero quería cocinarle algo yo y para eso me recorrí los mejores negocios de carne para comprar la de mejor calidad. Algo que realmente fuera una delicia. Así fue como llegué a un local que japonés donde supuestamente vendían una carne súper tierna, una cosa que según decía era de otro planeta. Creo que se llamaba Wagyu o algo así. La llamaban la carne de los sueños.
El anciano de largos bigotes al otro lado del mostrador me preguntó en qué podía ayudarme y le expliqué que quería cocinarle algo a mi amigo que comía mucha carne para ganar masa muscular.
—¿Masa muscular? —me preguntó—. ¿Su amigo ser muy musculoso?
—Supongo que sí —dije yo—, pero creo que él querría ser todavía más…
—Entiendo…
Después de eso el anciano desapareció detrás de una puerta y regresó con un pedazo de carne que no se veía nada mal: tenía un aspecto tenso y duro, pero brillaba como si estuviera casi viva.
—Carne especial —dijo y me sonrió—. Para amigo que busca crecer.
—Buenísimo, deme un kilo.
—Un kilo —dijo y sonrió mostrándome los dientes.
Entonces me mostró el precio. La etiqueta decía $XXX.
—¿Falta etiquetar? —pregunté.
—No, ese es el precio…
—¿Qué quiere decir?
—Quiere decir que esta carne tiene el precio más caro que uno está dispuesto a pagar…
—¿Me está cargando? —pregunté.
—Carne especial —dijo y me sonrió—. Crecimiento muscular.
Algo en su tono de voz me hizo dudar. Respiré cansado y sin pensarlo le di mi tarjeta de crédito, pero para mi sorpresa la rechazó y dijo:
—Paga después… Primero prueba y luego paga…
Cuando salí del local con la bolsa sentí que algo raro había pasado. El anciano parecía haberme estafado de una forma que no lograba comprender. Quizás era carne podrida o el cuento del tío. Volví a entrar para preguntarle si estaba seguro que podía llevarme esa carne, pero para mi sorpresa al otro lado del mostrador encontré a una jovencita sonriente que me miró desconcertada cuando le pregunté por el anciano que me acababa de atender.
—No haber ningún anciano… —dijo.
Decidí no pensarlo más y me fui a casa para prepararlo todo. Nico se había ido entrenar.
Puse la carne al horno y preparé algunas verduras. A los pocos minutos un aroma intenso inundó mi departamento. Olía muy bien, demasiado bien. Me dieron ganas de sacar la carne y probar un pedazo, pero al recordar lo que había dicho el extraño vendedor me pareció mejor reservar todo para Nico. Si esa carne era tan buena como decía mejor no desperdiciarla.
Apagué el horno y esperé que Nico llegara del gimnasio. Me acosté en el sillón a esperar y por alguna razón me entró un sueño y no tardé en quedarme dormido…
—Esto es un manjar… 
—¡Deliciosa! 
De repente mi departamento se había llenado de voces.
—Ey, Tomi, iujuuuu, Tomasito… —escuché Leandro.
—¿Está muerto? —preguntó Facu.
—Tarado, mirá si va a estar muerto —dijo Lara.
Cuando abrí los ojos me los encontré a los tres mirándome de cerca.
—Buen día, bello durmiente —me dijo Lean.
—¿Qué hacen acá?
—La pregunta es qué haces vos acá cuando tenés a tu amigo allá… —dijo Lara.
—¿Mi amigo?
—Che, ¿dónde compraste esta carne? Está deliciosa —dijo Facu mientras le daba un mordisco a un sanguche de una carne rojiza casi brillante de la que salía un aroma intenso y delicioso.
—¡¿Qué estás comiendo?! —pregunté.
—Lo que nos invitaste a comer —dijo Lean mientras se lamía la boca—. Estaban deliciosos esos sanguches. ¿Tenés mas?
—Yo me comí solo uno, desgraciado. ¿Ya se comieron todos?
—Preguntale a He-man… —dijo Lean señalando a la cocina
—Con todo gusto —dijo Lara y me guiñó el ojo.
Me levanté mareado y descubrí que se habían comido toda la carne. Entonces de la cocina salió Nico dándole un mordisco al último pedazo que quedaba.
—Esta carne está deliciosa —dijo sonriendo.
Junto a él, mis amigos y yo parecíamos unos niños.
Aunque los demás se habían comido casi todo, me puso contento que Nico pudiera probar un poco de la carne que le había comprado.
 

  • Like 11
Link to comment
Share on other sites

Buah, me encanto, estoy tan feliz de que la hayas seguido, espero ver el efecto que tendrá esa carne en Nico, y quien sabe si también tendrá un efecto en los otros que la comieron jajaja, Estuvo muy buena! Y no te preocupes por la tardanza, sé que escribir suele ser difícil, tienes que buscar inspiración, tener tiempo, entre otros factores, tú solo ve a tu ritmo, por mi parte estaré esperando feliz el próximo capitulo 😄 

 

  • Like 2
  • Thanks 1
Link to comment
Share on other sites

Ay que feliz estoy al saber que la continuaste. Un excelente capítulo! Graciass!

Tómate el tiempo necesario, debes seguir tu ritmo y buscar la inspiración adecuada.

 

Estaré esperando el siguiente capítulo 

  • Like 4
  • Thanks 1
Link to comment
Share on other sites

  • 2 weeks later...

Excelente continuación!!! Espero que puedas seguir la historia me gustaría saber cómo esa carne afectará a sus amigos y a  Nico! Sigue escribiendo porfavor 🙏🏽

  • Like 1
  • Thanks 1
Link to comment
Share on other sites

  • 1 year later...

Buenas! Para los que se quedaron con ganas de esta historia (qué decidí no continuar) les dejo el link de la nueva donde voy a poner mucho de lo que pensaba poner en esta.

 

 

Link to comment
Share on other sites

Join the conversation

You can post now and register later. If you have an account, sign in now to post with your account.

Guest
Reply to this topic...

×   Pasted as rich text.   Paste as plain text instead

  Only 75 emoji are allowed.

×   Your link has been automatically embedded.   Display as a link instead

×   Your previous content has been restored.   Clear editor

×   You cannot paste images directly. Upload or insert images from URL.

×
×
  • Create New...

Important Information

By using this site, you agree to our Guidelines, Terms of Use, & Privacy Policy.
We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue..