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DDcisco

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Escribí esta historia rápida, sencilla y corta. La intención era enfocar la historia desde el punto de vista del deterioro del alfa.

Contiene comparación de tamaño, cambio de roles, cambios físicos, escena de humillación (suave) y m/m. Espero les guste.

 

 

YA NO ERES EL ALPHA, GORDITO

PARTE 1.

Cerveza, papas fritas con cheddar, frituras, tacos, snacks… varias personas te venían diciendo que podrías ponerte gordo si continuabas descuidando tus hábitos alimenticios. Pero tu, desestimadas aquellos comentarios y te reías, estabas muy confiado en que tu metabolismo podría seguir resolviendolo muy bien. Pero esos descuidos reiterados una y otra vez, empezaron a hacer evidenciar las primeras consecuencias. Estabas equivocado si creÍas que tu metabolismo seguía siendo el mismo de cuando tenías 20 años. Bueno, quizá un kilito mas ni se notaría.

Y una noche, tu cabeza hizo el click. Estabas llegando tarde a una cita que habías conseguido con esas aplicaciones del teléfono, con una hermosa mujer blonda, de sensuales y prominentes curvas tal como te encantaban. Te duchaste, te perfumaste proyectando en tener una gran noche íntima. 
Pero un percance que no estaba en tu radar te demoró unos cuantos minutos. 
¡Pero que pasaba con ese maldito cierre?! Estuviste luchando con la cremallera de ese jean favorito que te tanto te gustaba, y que guardabas para ocasiones especiales. A duras penas podía contener tu piernas un poco regordetas.
Y la camisa, ya no marcaba esos musculosos, esos brazos fuertes y tonificados, ni esa espalda en V que volvía locas a las muchachas en la universidad cuando te veían pasar por el pasillo. Pero tu ego, tu excesivo ego, te cegó del problema.

La cena en el restaurant con la mujer fue positiva, pero el problema surgió al momento de intimar, cuando te quitaste la ropa. Ella no pudo ocultar su cara de desaprobación, y fue duramente sincera. El muchacho que tenía enfrente no coincidía con exactitud al muchacho de la foto que mostraba el perfil de la aplicación, y te lo hizo saber:

 “No eres lo que esperaba. Te ves.. gordito, y yo me esperaba un hombro musculoso y marcado. No te ofendas, pero no eres mi tipo”

Ella se vistió rápidamente, salió a la calle y se tomó el primer taxi que pasó.
Aquel comentario perforó tan hondo en tus entrañas que desdibujó por completo a tu sonrisa arrogante. 
Apenas se fue, te acercaste al espejo mas cercano y ahí te diste de cuenta de eso. Aquel kilito insignificante que habías minimizado en su momento, ya no era uno… ni eran dos, ni tres. Eran mucho mas. No lo habías querido ver, pero tu cuerpo, tu templo sagrado motivo de orgullo… se venía derrumbando, y tu exceso de confianza no te lo estaba dejando ver.
Flexionaste, y donde hubo abdominales marcados, ahora solo había una barriga en su lugar. Poco quedaba de aquel muchacho fornido y musculoso veinteañero. Confundido y alarmado, te seguiste mirando y tocando tu cuerpo frente al espejo como si fuese uno ajeno. Tus pectorales ya no tenían la firmeza de antes, ahora estaban blando recubiertos por una pequeña capa de grasa.. y tus brazos ya no tenían aquel aspecto voluminoso y a la vez fuerte, que tanto te gustaba presumir cuando eras el capitán del equipo de rugby en la universidad. Por unos momentos, sentiste como si el mundo se derrumbara. Te desplomaste en el sillón.

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Te pusiste a hacer zapping para olvidar el mal momento, y en cuanto tu estomago gruñó de hambre, te levantaste para ir a la cocina. Abriste la puerta del refrigerador y solo había algunas botellas de cerveza, unos tacos que habían quedado del mediodía, un sandwich.. pero nada de verduras. No importa, tenías hambre y no estabas de humor, asi que te lo llevaste contigo. 
Y al pasar por la sala, te detuviste en un estante negro del que colgaban tus medallas y trofeos, tus logros deportivos universitarios, y junto a todo eso, también habia una foto que retrataba los tiempos de aquel muchacho que supo ser un alfa.


Te recostaste en el sillón a calmar tu apetito con ese taco, y mientras tragabas mas mirabas esa foto, y mas momentos recordabas de aquella época. Finalmente parecías estar digiriendo la realidad; estabas fuera de forma con algunos kilos de mas y es que en efecto, aunque no habías cambiado nada en tus hábitos, tu metabolismo ya no era el mismo a tus 35 años, que cuando tenias 18.
Abruptamente, despegaste tu cola del sillón y proclamaste firmemente en que
desde mañana mismo comenzarías el gimnasio para resurgir como el alfa que supiste ser años atrás.

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Y en la mañana misma, lo primero que hiciste después de un saludable y proteico desayuno con huevos, fue ir hasta el Mall para comprar ropa deportiva. Preferiste un talle adicional para disimular esos kilitos de mas en el gimnasio, ya habría tiempo de usar mas adelante musculosas ajustadas. Pero primero, querías perder esos kilos de mas, aplanar el vientre y recuperar algo de la masa muscular perdida. La operación “el resurgimiento del ave Fénix” estaba comenzando.


PARTE 2

Tenías todo listo; la vestimenta, el bolso con toalla y ropa limpia, la botella de agua, y la actitud. La secretaria en la entrada te entregó la tarjeta para ingresar y amablemente te indicó que sigas derecho por el pasillo, donde estaría el instructor para darte la ficha personal. 
Mientras atravesabas por la sala de musculación, se te vino a la cabeza aquella época universitaria en la que pasabas tus horas libres entrenando en el gimnasio, cargando pesos pesados y llamando naturalmente la atención de los otros muchachos, que te veían con cierta envidia. Amabas quitarte la camiseta para presumir tus músculos y lograr que todas las miradas se dirijan hacia ti, pero ahora, ahora no sentías aquella confianza.
Miraste alrededor, y en un rincón encontraste a alguien de espalda, en cuya polo podía leerse “gym monitor”. Tampoco hubiese sido muy difícil identificarlo con esa tremenda espalda ancha que claramente destacaba. 

Te paraste detrás de él y lanzaste un tímido saludo, pero el instructor no advirtió tu presencia. Estaba sentado, ocupado coqueteando con dos chicas de curvas sensuales que estaban divirtiendose tocando los gruesos biceps del muchacho. Volviste a intentarlo, y esta vez con un volumen mas alto y tocándole el hombro.

“Hola, soy nuevo. La secretaria me dijo que usted me daría la ficha pers…”

“Bueno, sigan entrenando, hermosas.. seguiremos luego” y con un guiño de ojo las dejó delirando en llamas.

 

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El muchacho se puso de pie, elevando su magnifico torso hacia arriba y se giró con fastidio tras verse interrumpido su coqueteo.

Tu cara quedó en shock en cuanto viste ese rostro, con esa barba masculina, prolija, y el tamaño de ese hombre. Era media cabeza mas alto que tu, así que posiblemente esté bordeando el metro noventa cinco. Él inclinó su cabeza y extendió su mano para saludar. 

“Si, ya te alcanzo una ficha. Soy Alan. Alan Ruiz” dijo con voz de macho 

Y apenas escuchaste ese nombre, tu rostro se puso pálido. No. No podías ser él! estabas en shock

“Como es tu nombre, eh GORDITO?”

Respiraste aliviado, él no parece haberte reconocido.

“Pablo…”

“y apellido?”

“Galeano” pronunciaste muy tímidamente, y mientras él anotaba en la ficha, tu mirada fue hacia los abultados biceps del entrenador. Esa polo se veía exigida para contener ese cuerpo.

“Pablo Galeano, me dijiste??”. El hombre levantó la mirada y te miró atentamente. “Espera un momento...creo que te conozco de algún lugar”

GLUUUP. Se te secó la garganta con los nervios de ese incómodo momento. Rogabas que no te recuerde, pero tu temor se hizo realidad.

“Tu no estudiabas en la universidad Campo Oeste? aaaah ya te recuerdo, tu eras el capitán del equipo de rugby”

GLUUUP. La situación se tornaba mas incómoda. 
Ese hombre musculoso que tenías frente a tus ojos, era el pequeño nerd de quien tu, y tus amigos, se burlaban por ser gordito. Además, parecía haber pegado un estirón porque en ese tiempo él tenía menos estatura que ti. 

“Heey Pablito, como te ha ido?” dijo con un tono mas amistoso

Te dió una palmada en el hombro, y aunque no lo había hecho con fuerza, logró desestabilizar tu postura. Te cruzó el brazo por detrás del cuello, y podías sentir su pesado antebrazo apoyado sobre tus trapecios.
Te guió hacia un rincón de la sala de musculación, y te pidió que subas a la báscula, hacia mucho tiempo que no te pesabas. Apenas apoyaste los pies, los números en el visor fueron avanzando, y a medida que seguian subiendo, tus nervios también aumentaban.

67...75...79… 84…

GLUUUP

86… 89…

En tu mente, rogabas desesperadamente que esos números se detengan ya. 
Que avergonzante! Pasaste la barrera de los 90 kilos, y esos números aún no se detenían. 

“95 kilos… uff.. vaya Pablito, parece que el capitán del equipo ahora esta bastante gordito, eh. Has estado comiendo bastante bien”

Y como si la situacion aún no fuese lo suficientemente humillante, él te levantó la camiseta y hundió su dedo reiteradamente sobre tu grasa abdominal, donde antes había abdominales marcados.

“Hmm que dirían esas porristas si te vieran asi de gordo ahora?…Ellas estaban locas por ti, suspiraban cada vez que te veían pasar por los pasillos”

Te agitó la barriga como si fueras un juguete de gelatina y se rió viendo como la onda expansiva de los temblores hacian mover la grasita acumulada en lo que fueron tus firmes pectorales. Nunca antes habías sentido vergüenza de ese modo.

El primer entrenamiento te resultó agotador, no tenías aliento ni para quejarte, y tu rendimiento fue inferior a lo que esperabas; no pudiste levantar ni la mitad de los pesos que solías cargar en tus años universitarios. Y encima, él se acercaba cada tanto y te decía comentarios como “hasta mi abuelita levanta mas peso que eso”. El mamut, probablemente pueda levantar facilmente 3 o 4 veces mas peso que ese.

Entraste a las duchas del vestuario, que ya estaban desérticas porque era tarde y en unos pocos minutos el gimnasio cerraría. Y mientras el agua tibia y la espuma del jabón se deslizaba sobre tu cuerpo, tu cabeza no dejaba de pensar en como ese gordito nerd de quien se burlaban, ahora esté dotado de un físico digno de la portada de las revistas fitness.

Te envolviste la toalla en la cintura al salir de la ducha, y para tu sorpresa te encontraste con Alan sin su polo, flexionando los músculos frente al espejo.

“Heey gordito.. ¿Que te parecen estos biceps? se ven enormes verdad?”.
Se acercó a ti, con esos abdominales tallados, esos pectorales carnosos pero firmes, hombros redondeados, y flexionó sus voluminosos brazos frente a tus ojos, pero tu no sabías que contestarle. Ni en tu mejor momento físico habías conseguido unos brazos anchos como esos.

“¿Porque no me ayudas a medir a estos bebé?” te pidió con una sonrisa engreída sabiendo que la medición daría un número muy generoso.

Le hiciste caso y envolviste la cinta métrica que te dió alrededor de su biceps flexionado

“Y bien? cuanto miden?” preguntó ansioso.

“56 centimetros..” dictaminaste tímidamente.

“CUANTO?!” volvió a re-preguntar con una sonrisa arrogante que se extendía entre sus mejillas. Él lo había escuchado perfectamente, pero solo quería que tu volvieras a repetirlo para presumir del tamaño.

“56” respondiste nuevamente con un tono mas elevado

“Heeey, se ven impresionantes verdad?. Estos bebé no paran de crecer hahaha… Acércate,  ¿porque no los tocas? Vamos.. no seas tímido, gordito”

No querías hacerlo, pero él insistió para que lo hagas. Extendiste tus brazos para apoyar las palmas de tus manos sobre los fenomenales biceps del monitor. Empezaste a tocarlos, y a frotarlos un poco.. no podías creer lo duro que se sentían esos brazos, mientras el sonreía orgullosamente. Y luego deslizaste tus manos hacia sus hombros redondeados, y sentiste esos pectorales carnosos pero firmes.

“Parece que te gusta, eh?”

“Que dices?!” protestaste indignado.

Alan señaló hacia abajo, hacia el bulto que se estaba hinchando debajo de la toalla que cubria tu cintura. Si!, estabas teniendo una erección involuntaria y que no podías disimular. Rápidamente, sonrojado, quitaste tus manos sobre él.

“Hey, que pasa, gordito?”. Su sonrisa engreida parecia estar buscando una reacción.

El hombre musculoso dió un paso hacia adelante, para acercarse aún mas hacia ti. Él ya estaba tan cerca, que sentiste invadido tu espacio personal, y empezaste a retroceder. El avanzaba un paso, y tu retrocedias otro… hasta que tu espalda chocó contra el frio metal de los lockers. Él extendió sus brazos para apoyarlos contra los lockers y tu quedaste atrapado entre ellos, sus brazos y sus torsos. Te ponías mas nervioso a cada segundo.. no sabías que estaba pasando, ni cuales serían sus intenciones.

“pero que haces?!”

“Solo estamos jugando un poco, ¿no te gusta jugar conmigo?” te susurró al oido con un tono masculino y erótico, mientras acercaba sus labios a los tuyos

“Pero que estas haciendo??! Yo no soy gay!”

Intentaste escapar.. ¡Que iluso! Tu fuerza no era suficiente ni para desplazar un centímetro de los brazos del grandote, que te mantenían cautivo contra los lockers. El se rió, y apretó su torso aún mas contra el tuyo, con mas fuerza. Ya podías sentir sus pectorales presionando contra tu cara.

“...Tu cuerpo no dice lo mismo”

Y en ese instante sentiste su cálida mano sumergirse sobre tu toalla. Sentiste como sus dedos gruesos envolvian a tu tronco erecto, y en cuanto él comenzó a frotarlo lentamente hacia arriba y hacia abajo, empezaste a entrar en un trance placentero. También él.

“No te resista mas, putito… te encanta esto”

Él agarró tus manos, y las sumergió en su short para que hagas lo mismo. Tu mano envolvió su pene, y no podías creer lo gruesa que se sentía esa polla entre tus dedos, que con cada bombeo parecía expandirse mas. Se bajó el short y ambos quedaron quedaron completamente desnudos. Tus ojos corroboraron la sensación que habían sentido tus manos

“Es grande esta polla, no?” presumió con orgullo, y acercó su pene parado frente al tuyo. Tu pene promedio de 15 centimetros se veía pequeño al lado de aquel pene grueso y largo… “Mi tronco está listo para jugar”

Alan volteó tu cara contra los lockers, quedaste de espalda. Y con esa voz tan masculina y erótica a la vez te susurró al oido

“Relajá esa colita, puede que te duela un poco al principio, pero tranquilo… te acostumbrarás. Y te va a encantar”

La fuerza que él hacía, te mantuvo inmovilizado, y apenas empezó a hundir su generoso pene entre tus nalgas, tu voluntad de huir parecía esfumarse. Tus gemidos, mezclados entre dolor y placer, replicaban en la soledad del vestuario. Debías admitir que te había encantado. 

El grandote se puso su uniforme.

“Ya vístete. El gimnasio cerrará en 5 minutos”. Dicho eso, se retiró por la puerta, como si nada hubiese pasado.


Pero ese episodio volvió a repetirse la semana siguiente, y a la siguiente.
Solamente pensar en sus gruesos y fornidos músculos te despertaban unas cosquillas deliciosas. No veías la hora de terminar de entrenar, para ir al vestuario a encontrarte con esa bestia musculosa para que te coja salvajemente.

¿Quien lo diría? Empezaste a tener citas con él; iban al cine, veían partidos de rugby, comian en restaurantes y todas las citas tenían un elemento en común; todas terminaban con sexo. Parece que te habías vuelto adicto a sentir sus músculosos y a tener sexo con él. Y hasta te mudaste a su departamento.

Por otra parte, en tu primer mes habías logrado bajar 2 kilos. Él te sonrió, aunque en su mente tenía otros planes para ti.


EXTRA.

Lo acompañabas a los torneos de fisicoculturismo. Disfrutabas verlo flexionar sus enormes músculos en el escenario. Te calentaba verlo, y no podías esperar a que termine la competencia para tener sexo con esa bestia.

Ganó otro trofeo, y a solas, el grandote el grandote te hizo un show privado para ti. Empezaste a deslizarle la lengua por su biceps y sobre sus pectorales, y le pediste permiso para tener sexo.

“Todavía hay rosquillas en la caja…”. Se acercó a tu oido y te susurró “.. Comelas todas, y este toro te dará una salvaje sacudida como nunca sentiste”

Caías en su encanto, y empezaste a tragar.. y a tragar, para obtener tu recompensa. Tu estomago ya estaba lleno, pero el te ayudó empujando las últimas dos rosquillas dentro de tu boca, mientras te hacia unos deliciosos masajes.

“Muy bien, mi pequeño….”

Alan se puso de pie, y cumplió.

Poco a poco, quirúrgicamente, te fue convenciendo con que ya no era necesario que sigas yendo al gimnasio. Ahora que vivian juntos, él podía atender tus necesidades sexuales a diario.
Tu llegabas de la oficina antes, y lo esperabas ansioso. Te alegraba verlo entrar por la puerta, como un perrito que espera a su amo ver llegar a la casa. 
El se acercó a ti, para darte unos cariñosos besos y frotarte la barriga.

“Te traje tus hamburguesas favoritas.. triple con queso, cheddar y panceta...Y si comes las tres, te haré eso que tanto te gusta”. No hizo falta que termine de decir la oración, el meneo que hizo con las caderas y el gesto con la cara, lo dejaba claro

 

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Y tu obedeciste para recibir el premio sexual que aquel adonis te prometía.

Sin entrenamientos y regresando a tus habitos de comida chatarra, en dos meses no solo recuperaste los 5 kilos que habías perdido, sino que además rápidamente alcanzaste la barrera de los tres dígitos. 
El sexo salvaje que tu hombre te daba, te mantenía distraido, mientras tu barriga avanzaba, se hacia mas redonda y prominente y ponía en jaque a las costuras de tu uniforme de trabajo. A ese ritmo, pronto necesitarías actualizar tu talle, una vez mas.

“Abre grande esa boquita” dijo tu novio introduciendo un trozo de pastel a tu boca, chorreando de salsa de chocolate entre sus dedos, luego de una suculenta cena
Mientras Alan sumaba mas y mas trofeos a la vitrina por su excelente estado físico, tu ganabas mas y mas kilos, pero nadie te decía nada.

Una tarde, mientras dormías en el sillón, te pareció escuchar unas voces. Al abrir los ojos, estabas en lo cierto. Alan había venido acompañado de unos amigos. Todos ellos se veían musculosos y atléticos, y uno dijo;

“Necesitamos uno mas para el equipo de rugby…”

¿Rugby dijo? Eso era lo tuyo. O eso creías…

“Yo puedo jugar. Me encanta el rugby!”

Ellos se miraron, y lanzaron una estruendosa carcajadas. Lo miraste a Alan, el único serio del grupo.

“Dijo que necesitan un jugador. Cuando necesiten un balón te avisarán!. Y lanzó su risa contenida. “Tu hahaha.. tu no puedes ni correr la cortina del baño hahahah”

“Pesa mas que todo el equipo hahah” se animó a decir otro.

Rápidamente, los otros muchachos se fueron sumando a las bromas, con intensas risas. Todas las bromas apuntando por que estabas gordo. Incluso Alan se sumó a esas bromas.

Agarraste tus cosas, e intentaste huir por la puerta. Nunca antes te habías sentido tan humillado de esa manera, corriste unos pasos y llegaste a la puerta con la respiración agitada, mientras los muchachos no paraban de reir, mientras sumaban mas burlas y sonidos de cerditos.

Fueron los minutos mas humillantes que jamas hayas experimentado.. y esos fueron los últimos minutos de su relación. Ahora sentías en carne propia, lo que gordito nerd había sufrido con las burlas, que para ti y tus amigos eran divertidas.

 

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Mas historias en español.

Me ha encantado el role reversal y como este se dio cuneta al final lo duro que fue en sus buenos años, seguro tratara d volver al gym  y eprder los kg d mas q gano

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