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Juan y Javier son hombre muy distintos a Javier le encanta dominar pero se retrae, quizas con este crecimiento ya va a liberar ese macho dominante que le encanta ser mientras que Juan es mas dulce, el sabe que su cuerpo atrae y no lo luce, el es de pequeños movimientos que lo hacen evr increible

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4.

Era un día frío y lluvioso, por lo que a ninguno de los tres nos sorprendió que el gimnasio estuviera vacío. Cuando llegamos, descubrimos que el entrenador estaba atendiendo la entrada y por si fuera poco, cuando nos vio llegar nos pidió si lo cubríamos mientras iba a comer. Cerró el gimnasio y nos dejó adentro.
—Todo para nosotros —dijo Javi estirando sus enormes brazos—. Mejor porque me siento super cargado. Necesito hacer fuerza o me van a explotar los músculos.
Como la otra vez yo me fui a hacer mi rutina por mi lado, no había forma de que pudiera entrenar con ellos y más sabiendo que probablemente hoy alcanzarían un nuevo record.
Ambos empezaron levantando pecho plano con barra. 
—Boludo, esto no pesa nada —dijo Juan y le dejó la barra a Javi.
—Si, ni lo siento.
—¿Probamos con el máximo del otro día? —preguntó Juan.
Cargaron la barra incluso con 10 kilos más. 180 kilos.
Juan se puso debajo de la barra y la levantó sin demasiado esfuerzo. Hizo ocho repeticiones y en lugar de apoyar la barra hizo doce más. Veinte repeticiones con un peso irreal.
Se puso de pie y pude ver sus increíbles pectorales todavía más anchos y más inflados que antes.
—Boludo, puedo levantar una casa con este pecho —dijo mientras lo hacía rebotar frente al espejo.
Fue el turno de Javi y él hizo treinta repeticiones antes de dejar la barra. Su pecho se había vuelto más ancho. Desde mi lugar podía ver a la perfección que la segunda dosis ya estaba haciendo efecto. Quizás fuera el estímulo del gimnasio o las ganas irrefrenables que ambos tenían de crecer, pero ese día entrenaron como unas bestias, levantando pesos imposibles y festejándose el uno al otro. Cada tanto se tocaban los brazos para ver lo duros que estaban. Más de una vez Javi se paró de tras de Juan para pasar sus brazos por detrás y sentir el tamaño de sus pectorales.
—Boludo, estamos enormes.
Verlos entrenar de esa manera me hizo imposible que pensara en otra que no fueran sus músculos y lo fuertes que estaban. Unos minutos antes de terminar les dije que me iba a bañarme a la oficina porque tenía que hacer unos trámites.
Agarré mis cosas y bajé al baño del gimnasio. Me metí en uno de los cubículos de los inodoros y me masturbé pensando en lo que había visto. Estaba a mitad de camino cuando escuché las voces de Javi y Juan entrando al baño. Por la cerradura pude ver su reflejo en el espejo del baño.
—¿Y pasó algo? —preguntó Javi.
—No pasó nada boludo, ¿qué iba a pasar? Solo que Nano se puso mal.
—¿Por?
—Me pidió que me vistiera, que le ponía mal verme sin remera.
—¡¿Estabas sin remera?!
—Estaba haciendo flexiones de brazos y me saqué la remera porque estaba hecha una mugre. Tenía puesto uno de esos shorts para correr.
—Jaja, estabas prácticamente en bolas, pobre Nanito seguro estaba para el infarto.
—Salame, ¿qué decís?
—Chabón, sos pelotudo, si sabés que a Nano le gustan los tipos y en especial los hombres musculosos… ¿Te suena? Boludo, mirá el pecho que tenés, si te creciera un poco más tendrías que usar sostén. Te digo, Nano estuvo bien en decirte, era eso o ibas a tener que dejar que te chupara la pija o algo por el estilo.
—¿Estás loco?
—No, boludo, pensalo bien. Lo habías invitado a tu casa, prácticamente te pusiste en bolas delante de él y le mostraste lo fuerte que estabas, lo grandes que eran tus músculos y encima le pediste que se suba encima tuyo para hacer unas flexiones.
—La puta madre… —dijo Juan como si de repente le cayera la ficha.
—No me digas que hiciste algo más…
—Soy un pelotudo… 
—¿Qué hiciste?
—Lo levanté en brazos.
—¿Qué? Jaja ¿Para llevarlo a la cama?
—No, pelotudo, para hacer bíceps.
—¿Me estás jodiendo? ¡Jaja! ¡Eso es todavía peor! No sé cómo hizo el pobre de Nanito para no acabar ahí mismo en tus brazos. Boludo, mirá el lomo y los tubos que tenés. Para él tu cuerpo debe ser como su sueño húmedo. ¿No te das cuenta que todos los putos te quieren manosear los músculos? Imaginate si fueras Nano. ¿Cuánto mide? Metro sesenta. 
—Creo que si…
¿Y cuánto pesa? 
—No, no pesa nada. Cuando lo levanté me sorprendió lo poco que me costaba.
—¿Ves lo que digo? Nosotros somos enormes para él y él para nosotros no pesa nada. Yo podría agarrar su cuerpito y hacer mil bíceps. Nano estaría en el paraíso viendo mi cuerpo musculoso levantarlo una y otra vez. No lo hago solo porque vos pensás que eso es como abusarlo, pero te apuesto que al chabón le encantó que lo levantaras. Boludo yo me doy cuenta de estas cosas. El chabón está feliz de estar cerca nuestro. Desde el día que empezamos a crecer le vi en el brillo en los ojos, en lo único que piensa es en tocarnos, te apuesto lo que quieras.
—Yo no veo eso.
—Vos porque sos un dormido. Cuando estés cerca de él probá inflar el pecho, vas a ver como se le van los ojos.
—Eso sí lo vi. Cuando estaba sin remera no podía mantener la vista en mis ojos. Todo el tiempo me fichaba el pecho. Hablando de pecho, boludo, no puedo moverlo de lo duro que lo tengo —dijo Juan cuya remera parecía a punto de explotar de lo grande que estaban sus pectorales.
—Ayudame —dijo Javi, se estaba intentando sacar la musculosa pero no podía pasar por su espalda. De pronto su cuerpo parecía mucho más grande—. La puta madre, esta remera ya no me entra más.
Juan lo ayudó tirando por arriba y cuando lo logró pude ver el increíble cuerpo de Javier. Sus músculos estaban más grandes que la vez que prácticamente me había abusado. Su pecho estaba mucho más ancho y grueso y lo mismo sus brazos, sobre todo sus tríceps que parecían desproporcionadamente grandes en comparación.
—Boludo, mirá el tamaño que tengo —dijo Javier flexionando frente al espejo—. Me siento más musculoso que ayer. Mirá el pecho que tengo —y mirando a Juan estiró una mano y le tocó los pectorales—. Dale, boludo, sacate la remera para ver lo que tenés ahí abajo.
Con un movimiento increíblemente sensual Juan se sacó la remera. Su pecho rebotó en su torso transpirado. Tenía unos pectorales inmensos, claramente más grandes que cuando lo había visto el fin de semana.
—Boludo, mirá lo grandes que estamos —dijo Javi—. Si Nano estuviera acá se acabaría encima solo de vernos las tetas.
—Me siento enorme.
—Boludo estamos más grandes —dijo Javi.
—¿Vos decís que estamos creciendo de nuevo?
—Vení, tócame el pecho.
Juan estiró una mano y le pellizcó el pectoral.
—Así no, pelotudo, como se nota que sos re hetero. Le tendría que pedir a Nano que venga a sentir lo grande que tengo las tetas, él de seguro me tocaría como corresponde.
Después agarró a Juan por las muñecas y llevó sus manos para que sintiera todo su pecho.
—Lo tenés re duro —dijo Juan.
Javi lo soltó y se paró detrás de Juan, pasó sus manos por debajo de sus axilas y le masajeó los pectorales.
—Que buenas tetas que tenés, Juancito. Bien grandes y duras.
—Las tengo más grandes que vos.
—Ya quisieras, pelotudo.
Ambos se miraron de frente y sacaron pecho. Se acercaron un paso y sus pectorales se apoyaron unos contra otros.
—Desde acá te podría dar un beso —dijo Javi en chiste.
—Lo que quieras, pero tengo el pecho más grande. Mirá como el mío sobresale por los costados. El tuyo está más marcado y peludo, pero el mío es más ancho.
—Eso es porque está un poco gordo.
—Gorda esta —dijo Juan agarrándose la pija debajo del pantalón.
—¿Te creció a vos también? —preguntó Javi.
—Como la puta madre.
—Dejame ver —dijo Javi.
—¿Te volviste loco? ¿En el gimnasio?
Javi trabó la puerta. Se dio vuelta y se sacó el pantalón quedando totalmente desnudo. Su pija flácida ya era bastante grande, de seguro más grande que mi pija parada. Se empezó a masturbar con una mano y con la otra se empezó a acariciar el pectoral peludo e inflado.
Su pija se fue parando hasta convertirse en un palo duro y venoso. No podía saber lo grande que era, pero a simple vista parecía casi tan grande como mi antebrazo.
—Cuarenta centímetros de puro macho —dijo Javi con los brazos en jarra.
—Eso no es nada, pelotudo —dijo Juan y se bajó el pantalón.
Su pija parecía todavía más gruesa que la de Javier. Se empezó a masturbar y cuando estuvo erecta levantó los brazos estirando la espalda y mostrando lo profundo de sus axilas peludas.
—A ver quién la tiene más grande —dijo Javi y se acercó.
Se pararon uno frente al otro para ver quien tenía la pija más grande.
—La mía es más gruesa —dijo Juan.
—De nuevo porque sos más gordo, pero es prácticamente igual de grande. Tenemos tremendas pijas, ¿eh? ¿Qué dijo tu noviecita cuando vio semejante pedazo de carne?
—Todavía no me vio.
—¿Eh?
—Está en un viaje de negocios, llega en unos días.
—Ah cuando te vea semejante poronga se va a desmayar.
—Si no viene pronto me voy a desmayar yo. Estoy hace semanas sin garchar.
—¿Me estás jodiendo? —preguntó Javi—. Boludo, ¿por qué no me avisás? Te hubiera invitado a una de las fiestas a las que voy. No te das una idea las minas que hay ahí.
—Paso… yo soy más tranquilo.
Ambos se pusieron a mirar en el espejo, flexionando sus músculos con las pijas paradas. Sus cuerpos parecían haber crecido todavía más y eso que no había pasado un día.
—Boludo, mirá lo grandes que estamos —dijo Javi—. Somos unas bestias. ¿Cuántos chabones vistes con semejantes lomos y la pija tan grande? 
—Sí, estamos enormes.
—Imaginate si Nanito estuviera acá, le da un infarto de vernos tocarnos los músculos y comparar el tamaño de nuestras pijas.
—Ni lo digas —respondió Juan riéndose—. Ni siquiera se bancaría vernos sin remera. Somos muy musculosos para él.
—Uh, boludo, siento que estoy a punto de crecer —dijo Javi.
—Yo también.
Ambos se llevaron las dos manos a la pija y se empezaron a masturbar.
—Me siento enorme —dijo Javi.
—Boludo, me va a explotar el pecho —dijo Juan.
Javi estiró una mano y le acarició el pecho a Juan que abrió los ojo y lo miró enojado, pero no apartó su mano.
—Estás hecho una bestia —le dijo Javi—. Mirá las tetas que tenés.
Para mi sorpresa en lugar de sacarle la mano Juan flexionó más su pecho para que Javi sintiera lo duro que estaba.
—Lindas tetas, guacho. Bien de macho —dijo Javi y agregó—. Sacá la mano de ahí.
Se refería a su pija. Javi apretó la pija de Juan con fuerza.
—Agarrame la mía.
Juan agarró la pija de Javi y se empezaron a masturbar el uno al otro. Se pusieron de frente, los dos con los ojos cerrados y sus enormes pectorales a centímetros de tocarse.
—Uh, boludo —dijo Juan—, siento que me estoy inflando.
—Yo también, la puta madre siento que el pecho me va a explotar.
Era verdad. Podía verlo desde donde yo estaba. No estaban creciendo en altura, pero sus músculos se estaban inflando, sus hombros se volvieron más grandes y marcados y sus pechos crecieron tanto que se tocaron unos con otros. Sus piernas se inflaron resaltando la división de músculos y más músculos y sus culos se volvieron más redondos y parados. Después llegó el turno de sus espaldas que se empezaron a ensanchar con cada respiración que daban.
—¡La puta madre, estoy enorme! —gritó Javi—. ¡Soy una bestia!
—Tengo el pecho gigante —dijo Juan apretando los dientes.
—Apretame fuerte la pija, dale, Juancito.
—Apretá fuerte vos, pelotudo que me estás inflando como la puta madre.
—¡Jaja! —se rio Javi abriendo los ojos y viendo sus cuerpos más inflados aún—. ¡Boludo, imagínate lo diminuto que nos va a parecer Nano ahora! —gritó Javi y para mi sorpresa ambos acabaron una cantidad increíble de semen bañando sus cuerpos cada vez más musculosos.
Se pusieron a flexionar frente al espejo. Parecían ser el doble de anchos que hacía tan solo unos minutos y sus pectorales parecía ocupar todavía más espacio.
—Boludo, somos unos animales —dijo Juan.
—Unos animales con los músculos cubiertos de leche —respondió Javi.
—Cuando Nanito nos vea se infarta.
—Jaja, ese enano no nos va a poder sacar los ojos de encima. Que ganas de apretarlo contra mi cuerpo para que vea lo duro que estoy.
—Boludo, ¿fantaseas con eso? —preguntó Juan sorprendido.
—Obvio, pelotudo, el chabón está ahí prácticamente pidiendo que lo violemos. ¿Sabés lo feliz que sería si lo dejara tocarme los músculos y sentir lo musculoso que soy? Mirá el lomo que tenemos. Dale, boludo, admití que a vos también te dan ganas.
Juan flexionó ambos brazos.
—Me coparía que sintiera lo fuerte que soy.
—¿Ves, boludo? —dijo Javi.
—Quiero que me toque los músculos para que vea lo duro que tengo el cuerpo.
—Ese enano se va a dar una fiesta con nuestros lomazos. No le podría haber tocado mejor trabajo.
—Boludo, escuchame, jurame que no la vas a cagar con Nano —le dijo Juan mirándolo a los ojos—. Si me llego a enterar que le hacés algo me voy a la mierda, ¿me entendiste?
—Chabón, tranquilo, ¿qué le voy a hacer al enanito ese? Además si lo agarro lo mato con el tamaño que tengo. Debo pesar el doble que él. Mirá el lomo que tenemos. Boludo, somos demasiado machos para alguien tan chiquito como él. Ah, pero que ganas de levantarlo y empalarlo con esta pija. Lo parto al medio. ¿Te imaginás?
—Boludo, te digo en serio, no quiero oírte que hablas de músculos frente a él, ni de lo grande que estás ni de lo fuerte que sos y no quiero que te pongas ropa ajustada para resaltar tus músculos.
—¿Y en el gimnasio? —le preguntó Javi divertido.
Juan dudó.
—En el gimnasio es diferente.
—¿Por qué es diferente?
—Porque no somos los únicos musculosos.
—Chabón, escuchá lo que decís. ¡Es ridículo! No hay nadie en este gimnasio que tenga el lomo que tenemos nosotros ni por lejos. Somos los dos machos más musculosos de este gimnasio. Mirá esto —dijo Javi y flexionó sus brazos—. Somos demasiado grandes para que no se note y además ambos queremos volvernos más grandes. Yo vengo acá porque me quiero inflar. Y no me voy a poner un buzo gigante solo para que Nanito no sienta que soy una bestia. Ya fue, chabón, no podés cambiar que al puto ese le calientan sus jefes musculosos. Ya fue, dejalo disfrutar de nuestros cuerpos. No le hace mal a nadie.
—Javi, te juro que me voy a la mierda.
—Tranquilo, campeón, ya te escuché. No voy a hacer ningún comentario, no voy a pasearme en pelotas para hacerlo acabar con mis tetas y mi culo al aire. Pero en el gimnasio voy a hacer lo que se me cante el orto, ¿me escuchaste?
—No te zarpes, nada más.
—Chabón, ya estamos zarpados. Mirá el espejo. Mirá lo musculosos que somos. Somos unos sementales y encima bañados en leche. Jaja, que esto no lo vea Nano o se muere —dijo Javi y prendió la ducha.
Juan se río y se pasó una mano por los abdominales cubiertos de semen.
—Boludo, me bañaste.
Ambos se mataron de risa y se fueron a bañar. Aproveché para salir y volver a la oficina.
¿Qué había hecho?

Los siete días que siguieron fueron una locura. Ni Javi ni Juan hacían ningún comentario al respecto, pero aunque estuvieran usando ropa bien suelta podía ver como sus cuerpos estaban cubriéndose de músculos cada vez más grandes. Durante esos días notaba como intentaban evadirme sin que se notara, actuaban una distancia que hasta yo me daba cuenta que era forzada. No querían hacerme sentir mal por lo musculosos que se estaban volviendo, pero al mismo tiempo yo podía ver cómo les quemaba las ganas de mostrarme sus cuerpos. Querían mostrarme los fuertes que eran y evitarlo los estaba volviendo locos.
Pero en el gimnasio la situación era inocultable; ahí pude ver en primera fila las bestias en que se estaban convirtiendo. Sus pechos ya lucían todos trabados incluso antes de levantar pesas y ¡qué pesas! Para hacer banco plano habían puesto cinco platos de veinte kilos de cada lado. ¡220 kilos! Y como si fuera poco hacían diez repeticiones.
Cuando se ponían de pie parecían robots de la poca movilidad que tenían. Yo los miraba calladito sin decir nada, disfrutando como intentaban no hacer contacto visual conmigo y aguantándose las ganas de mostrarme sus músculos. Cuando se daban cuenta que los veía flexionar frente al espejo bajaban los brazos y se concentraban aún más en levantar pesas. Después de cada sesión sus cuerpos estaban tan inflados y duros que parecían ser de otro material. Yo estaba en el cielo viendo lo inmensos que se estaban volviendo. Me encantaba escucharlos gruñir enojados y concentrados frente al espejo. Admirando sus propios cuerpos en silencio.
El día de la demo Javi llegó a la oficina con los trajes. Le dio uno a Juan y dejó colgado el suyo en el respaldo de su silla. Juan se fue a probar el traje en el baño y Javi ni bien se sentó en la silla dijo que se había olvidado algo en el auto y se fue a buscarlo.
Había dejado desbloqueada su computadora y abierto el WhatsApp web. Un segundo después pude ver como se mandaba mensajes con Javi.
—Boludo, este traje me queda apretado como la puta madre —dijo Juan—. No me cierran ni siquiera los últimos dos botones.
—Es la idea pelotudo, haceme caso, yo sé de estas cosas. Cuanto más grandotes y musculosos nos veamos frente a este viejo puto, más guita nos va a dar.
—No quiero ponerme esto frente a Nano.
—Boludo, la concha de tu madre, ¿podés cortarla con eso? Nanito está feliz de que seamos estos machos musculosos. En el gimnasio pareciera que está en una chocolatería viendo los bombones al otro lado del mostrador.
—No lo voy a hacer.
—Sos un pelotudo, igual no tenés que ponértelo frente a él. Tengo una idea.
—¿Qué idea?
—Me quedé con ganas de inflarnos un poco más.
—Boludo, de qué hablás, estuvimos toda la semana creciendo.
—No me refiero a eso, salame, digo que nos inflamos el uno al otro en el gimnasio.
—Estuvo bueno. Todavía recuerdo la sensación de que me crezcan los músculos.
—¡Fue una locura! —respondió Javi—. Bueno, mi idea es que hoy hagamos eso. Vamos al gimnasio, nos inflamos y después nos vamos a ver al viejo. Te digo que nos va a tirar toda la guita que tiene encima.
—Me copa, pero ¿qué le decimos a Nano?
—No creo que Nano vaya al gimnasio sin nosotros. Así que le decimos que nos vamos a ver al cliente y listo.
En ese momento escuché la cadena del inodoro y lo vi a Juan salir con dificultad del baño. Sus músculos eran tan grandes que le resultaba difícil moverse en lugares pequeños.
—Juancito —dije cerrando mi notebook—, che tengo que hacer un trámite así que sigo después en casa. Cualquier cosa estoy en el celu. Suerte con el cliente.
—Ah, dale, no te preocupes. Después te contamos qué onda.
Llamé al ascensor y cuando se abrió la puerta entré sin mirar. Una pared de músculos me llevó puesto y me tiró al suelo. Era Javi. Su cuerpo estaba duro como una roca.
—Perdon, Nanito, no te vi ahí abajo.
Estiró una mano y me ayudó a levantarme. Sin embargo, tiró con tanta fuerza que volví a aterrizar sobre su pecho. Apoyé mis dos manos sobre sus increíbles y cada vez más grandes pectorales y me quedé mareado del golpe.
—¿Estás bien? —me dijo sonriendo y pude sentir como flexionaba sus tetas para ponerlas aún más duras.
—Si, perdón —dije y me metí en el ascensor.
Corrí al gimnasio, entré al baño y me metí en el cubículo de la otra vez. Cuarenta y cinco minutos después escuché las voces de ambos. Sus cuerpos después del entrenamiento se veían todavía más grandes.
—Boludo, esto es una locura —dijo Juan estirando sus brazos—. Somos unos animales, no conozco a nadie que tenga ni por cerca los músculos y la fuerza que tenemos.
Javi flexionó ambos brazos frente al espejo y dijo:
—Unos musculosos machos alfa.
Se sacaron las remeras y quedaron solo en shorts. Sus músculos habían llegado a proporciones increíbles. Sus pechos eran tan anchos y sobresalían tanto que parecían almohadas de concreto.
—Boludo, es una locura esto. Mirá el tamaño que tenemos.
—Los tubos, chabón, mirá esto. Con estos brazos puedo levantar un auto.
—¿Estás listo? —preguntó Juan y se empezó a bajar el pantalón.
—Tranquilo, papá, que tenemos tiempo. Vení —dijo y se paró detrás de Juan. Apoyó su pecho peludo en la espalda de él y pasó sus manos por debajo de sus axilas para acariciarle los pectorales—. Tremendas tetas pegaste, guacho.
—Boludo, ¿qué hacés? —dijo Juancito pero cerró los ojos y se dejó tocar.
—Estoy sintiendo lo grande que estás.
—Boludo, esto es raro —dijo Juan pero se notaba que lo estaba disfrutando.
Poco a poco se le fue parando la gigantesca pija dentro del short.
Javi siguió acariciando los inmensos pectorales de Juan y bajó una mano hasta meterla dentro del pantalón.
—Dale, chabón, mostrame la anaconda que tenés ahí escondida. Me encanta lo grande y duro que estás.
—Ahhhh… ¿Te gusta? 
—Sos una bestia.
Juan flexionó los brazos mientras su pija se paraba cada vez más.
—Así me gusta, bien macho. Mira el lomazo que tenés. Imaginate lo que diría Nano si te viera tan grande y musculoso.
—Ahhhhh… —dijo Juan y su pija se puso dura como una piedra.
—Imaginate que sus manitos te tocan este pecho que tenés y te aprietan los hombros y los brazos…
—Uh, chabón, se volvería loco si me viera así de grande. Estoy demasiado musculoso y fuerte para él…. Uh, boludo, me estás inflando…
Era verdad, su músculos estaban creciendo.
—Shhh… ¿Qué te gustaría hacerle?
—Ahhhh… Mi pecho… Boludo... Está enorme… Es demasiado… Grande… Me gustaría apretarlo contra mi cuerpo… Para que sienta lo fuerte que estoy… Para que sienta el tamaño de mi pecho… Ahhh… Estoy enorme… 
—¿Qué más?
—Le hundiría la cara entre mis tetas musculosas para que me huela… Y me chupe la transpiración…
—Jaja, ¿qué más?
—Lo sentaría sobre mi pija para que vea lo enorme que es y lo dura que la tengo…
—Tremenda pija tenés, amigo…
—Uh, boludo, no te detengas, me estás inflando que es una locura. Siento que me va a estallar el pecho. Tocamelo… Con las dos manos… Sentí lo grande que estoy… Hacé fuerza… Apretá más fuerte… Ahhhh mis tetas son gigantes… Que ganas de que Nano me vea en bolas… Quiero que se caliente con mi cuerpo musculoso…
Y con eso acabó una cantidad industrial de leche. Cuando terminó todavía estaba flexionando los bíceps. Había crecido de manera considerable. Se dio vuelta y dio un paso al frente para apoyar su pecho contra el de Javier.
—¿Quién tiene las tetas más grandes ahora, gil?
—Estás grande, guacho…
—Boludo, mira la diferencia, estoy más ancho que vos…
Javi se sacó el short y se paró delante del espejo.
—No por mucho tiempo… Dale, boludo, haceme crecer…
Juan se paró junto a él y le acarició los pectorales con ambas manos.
—Boludo, tenés el pecho re peludo…
—¿Te gusta? —dijo Javi mientras flexionaba y su pija se fue parando—. Ahhh… Amo ser tan grande… Mirá el tamaño de estas bestias —se refería a sus brazos—. Agarrame la pija… dale… Sí… Así… Ufff… Que zarpado, chabón… Si Nanito nos viera en este momento terminaría en el hospital… Como me gustaría obligarlo a que me chupe todo el cuerpo… Sentir su lengüita sobre mi pecho y mis abdominales… Le metería la pija hasta la garganta para que vea lo que es un hombre en serio…Me molesta de lo chiquito y flacucho que es… Lo apretaría contra mi cuerpo para que vea lo que es un macho… Uh… Boludo, me estás inflando como la puta madre… Voy a ser un animal…
—Ya sos un animal, Javi… —dijo Juan y le pasó una mano por el pecho y los abdominales—. Estás re duro. Tenés tremendo lomazo…
—Ahhhh… Quiero ser más grande… Quiero tener una pija de caballo… Y unos músculos de toro… Ahhh, boludo, vamos a ser millonarios… Ese viejo nos va a forrar en plata de lo musculosos que estamos… Ricos, musculosos y super dotados… ¿Qué hay mejor que eso? Dale… Inflame Juancito… Volveme una bestia… La próxima vez que me lo lleve puesto a Nanito lo mando al hospital…
Y al decir eso acabó un rio de semen.
Javi se paró frente a Juan y se acercó como él había hecho antes. Sus pijas se apretaron contra los abdominales del otro y sus pechos inflados y duros se apoyaron unos con otros.
—Así me gusta —dijo Javi flexionando sus músculos—. Tremendas tetas de macho. Quiero ver la cara del viejo puto ese cuando nos vea entrar.
—Jaja, se va a morir de un infarto…
—Antes le saco toda la guita que tiene.
Se bañaron y se secaron con la toalla. Cada movimiento que hacían resultaba estremecedor por el tamaño de sus músculos.
Se pusieron el pantalón que les quedaba apretadísimo. No solo alrededor de las piernas cubiertas de músculos sino también en sus enormes culos de piedra.
—Boludo, esto es obsceno —dijo Juan intentando subir el cierre, pero dificultado por el tamaño de su pija.
Encima de eso, su torso se alzaba demasiado ancho para parecer real. Mas que forma de V su cuerpo tenía forma de W. Cuando se puso la camisa no pudo cerrar los últimos tres botones. Su pecho estaba expuesto como en esos escotes de las minas con tetas grandes que quieren mostrar lo que tienen. Eso era obsceno. Javi se paró a su lado y estaba igual, con todo el pecho peludo prácticamente al aire.
—Boludo, esto es demasiado… —dijo Juan.
—Callate, gil. Estos lomazos valen una fortuna. Preparate para volverte millonario.
Y se fueron a ver al cliente.
 

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5.

Después de la reunión con el cliente algo cambió en Juan y Javi. No me dijeron demasiado de lo que había pasado, solo que les había ido bien y que tenían mucho trabajo que hacer. Durante una semana me pasé el día prácticamente trabajando solo, dado que ellos dos se metieron en una de las oficinas a “cerrar números”. Solo salían para ir a almorzar.
Pero lo que más me sorprendió fue que dejaran de ir al gimnasio.
De todos modos no tuviera la posibilidad de verlos entrenar, me daba cuenta que aunque la segunda dosis no los había hecho más altos, sus músculos sí habían adquirido un tamaño mayor. Lo lejos que estaban sus hombros entre sí y como se les marcaba el pecho debajo de la ropa ya me daba un indicio de que probablemente habrían aumentado al menos cinco kilos de músculo sino más. De todos modos tanto Juan como Javi intentaban ocultarlo, para mi sorpresa Javi también había empezado a usar remeras y buzos XXL. Ambos parecían raperos vestidos con ropa que les quedaba demasiado grande.
El viernes de esa semana antes de llegar a la oficina me llegó un mensaje de Javi que pasara por su oficina ni bien llegara. Su mensaje me llamó la atención y respondí:
—Estoy en Starbucks, ¿alguien quiere un café?
Ambos dijeron que sí y me sonreí para mis adentros. Si ellos querían jugar a ese juego yo iba a jugar al mío. Fui al baño y les agregué un extra shot de mi propia leche.
“Vamos a ver quién le pone distancia a quién”, pensé.
Cuando llegué a la oficina, toqué la puerta y abrí. El escritorio estaba cubierto de pilas de carpetas y papeles. Les di su café y me pidieron que me sentase.
Pude ver que algo les pasaba a ambos con mi presencia. Juan parecía incómodo, como si quisiera reprimir algo. Se había puesto el buzo aunque en la oficina no hacía calor e intentaba no hacer contacto visual conmigo. Ni bien tomó un sorbo de café pude ver como sus ojos se escaparon de su control y se fijaron en mí durante al menos unos segundos con un brillo imposible de ocultar.
Javi en cambio parecía estar entre molesto y divertido de que yo estuviera ahí. Me miraba de una forma entre lasciva y agresiva, como si me estuviera registrando con la mirada de arriba para abajo. Cuando tomó un poco de café lo escuché respirar profundo como si estuviera haciendo un esfuerzo por contenerse.
—Nanito —dijo Juan—, vamos contratar más personas.
Me pasó una lista con tres puestos: un tester, un analista IT y un desarrollador backend. Para cada uno figuraba una lista de skills que debía tener.
—Queremos que vos elijas los candidatos —dijo Javi y de un trago se terminó el café.
Cerró los ojos como si estuviera haciendo un esfuerzo y cuando los abrió por un momento le costó enfocar bien.
—¿Estás bien? —pregunté.
—Sí —dijo y me miró de una manera extraña, casi como si no me conociera.
—Bueno, me pongo a contactar gente a ver qué consigo.
—Si, todo menos testers —dijo Juancito—. Ya conseguimos uno. Es Francisco, ¿te acordás de Fran?
—¿Fran? Fran… ¿Fran? —pregunté.
Fran había trabajado con nosotros en el mismo proyecto con Juan y conmigo. Era un pibe jodón que le gustaba hablar de sexo y que estaba todo el tiempo tocándole el culo a los demás. No importaba quien fuera. Tenía algo parecido a Javi, pero no era tan agresivo, era más bromista. Además aunque le gustaban las minas, no era muy bueno chamuyando. Se notaba que era un flaco que se sentía cómodo estando con otros hombres y que cuando le gustaba alguien se bloqueaba. No era ni feo ni lindo, al menos uno no diría eso por una foto. Pero tenía algo atractivo difícil de describir, además de su cuerpo claro. Tenía un cuerpo atlético, era alguien que había hecho deportes toda su vida y era muy bueno en lo que fuera, pero sobre todo tenía un pecho bastante grande para la cantidad de músculo que tenía. Sus amigos, en broma, lo llamaban la tetona.
Y yo, hace muchos años, en una fiesta de la empresa, le había chupado la pija a “La tetona”.
Hermosa pija.

Salí de la oficina mareado y no sé cómo llegué a mi silla. La única razón porque no le había dado mi leche a Fran era porque por aquel entonces no sabía mi condición. Más de una vez había fantaseado con verlo crecer y volverse un macho todo musculoso… y ahora iba a poder finalmente hacerlo…
Volví a la oficina y toqué la puerta. Abrí y pregunté:
—Che, ¿para cuándo necesitamos estas persona?
—Lo antes posible —dijo Juan.
—¿Y Fran cuando arranca?
—Mañana.
Esa noche me costó dormir de la excitación. Agarré el celular y me puse a ver el Instagram. Ni Juan ni Javi habían subido fotos a sus perfiles. Abrí el whatsapp y me fije en sus fotos de contacto. Cuando abrí el contacto de Javi para mi sorpresa vi el cartelito “Javier está escribiendo…”. Unos minutos después el mensaje desapareció y volvió a aparecer. Me quedé esperando que llegara un mensaje, pero no sucedió. Me lo imaginé borrando lo que escribía. Algo me decía que el último shot de leche le debía estar dificultando la tarea de mantenerme a distancia. Eso me sacó una sonrisa antes de dormir.
—¡Ey, Nanito! —dijo Fran al verme ni bien abrí la puerta de la oficina.
Un flash me vino a la mente y volví a ver Fran un poco borracho sentado al otro lado de la mesa haciéndome señas para que me metiera debajo de la mesa. Me acuerdo que disimulé que me agachaba para buscar algo y me metía debajo del mantel, me arrastré hasta llegar a su piernas. Sus manos buscaron las mías hasta llevarlas a su pija y me ayudó a bajarle el cierre. Tenía la pija parada, una hermosa pija gruesa y venosa. Se la mordí de costado y después me la metí en la boca sintiendo como Fran se estremecía. Lo lamí todo, le pasé la lengua a lo largo y a lo ancho y jugué con su cabeza de hongo en mi boca durante un rato. Después me agarró del pelo con ambas manos y me apretó fuerte. Me acabó en la boca después me acarició la cabeza suavemente antes de subirse el cierre y levantarse.
Ahí estaba Fran varios años después. Y sin embargo, parado junto a Juan que llevaba una remera demasiado apretada para su enorme cuerpo parecía ser un niño. Juan se había vuelto una bestia. Pude ver el tamaño descomunal que ahora tenía su pecho y me costó apartar la vista de sus brazos. Sus bíceps tenían el tamaño de dos pelotas de rugby. Era realmente increíble. Al verme entrar Juan se puso tenso, miró alrededor como si estuviera buscando algo que había olvidado, pero finalmente decidió no moverse.
Fran me dio un abrazo.
—Estás igual —dijo Fran echándome un vistazo rápido—. El que no está igual es el animal este —dijo señalando a Juan—. ¿Viste la bestia en que se convirtió? —dijo y se acercó a Juan para tocarle el brazo—. Tremendo lomo, pegaste, chabón. ¿Con qué te estás dando?
—Con nada —dijo Juan—, solo entrenamiento.
—Dale, boludo, nadie se vuelve así de grande sin darse con algo —dijo y le preguntó—. ¿Puedo tocar?
Se refería a su pecho.
Por un momento vi a Juan luchar entre las ganas que tenía de que le tocaran su pecho musculoso y que sintieran lo fuerte que estaba y la incomodidad de que yo lo estuviera viendo. Pero incluso me daba cuenta que en Juan ocurría una batalla interna, yo sabía que él quería mostrarme su cuerpo, pero otra parte de él me quería cuidar.
Juan se rio y dijo:
—Si te quedás con nosotros, ¿Quién sabe? En una de esas te pasa lo mismo que a mí… —después de eso agregó—. Muchachos, los dejo que tenemos que seguir haciendo números con Javi.
Dejé la mochila y me senté en mi silla.
—Zarpado lomo pegó Juancito, ¿eh? Y el otro socio, ¿cómo se llama? ¿Javier? También lo vi gigante. ¿Con qué mierda se están dando?
—¿Por qué preguntás? ¿Te gustaría darte vos también?
—Nah, ni loco. ¿Sabés cómo me quedarían las tetas de grandes si me diera con algo de eso? —dijo y me guiñó un ojo.
“Me imagino”, pensé.
Ese primer día le mostré la aplicación a Fran y lo conté sobre los planes que teníamos. A la hora de almorzar nos fuimos juntos y nos sentamos a comer afuera. Fran me contó que se había logrado comprarse un depto y se había ido a vivir solo. Había estado viviendo con sus viejos hasta hacía poco para poder ahorrar para la casa.
—Ahora me ahorro la plata del telo —me dijo y me guiñó un ojo.
Aunque hacía tiempo que no nos veíamos, la charla tuvo la misma fluidez que había tenido hacía unos años. De todos modos él no mencionó en ningún momento la fiesta de fin de año y que le hubiera chupado la pija. Yo tampoco pensaba sacar el tema.
Al día siguiente antes de ir a la oficina pasé por Starbucks y le mandé un mensaje a Fran.
—Pibe, estoy comprando café, ¿querés uno?
—No tomo café, prefiero el mate —me respondió.
Al parecer iba a tener que encontrar otras formas de llevar adelante mis planes.
Fran se comportaba como si nada hubiera pasado entre nosotros y yo jugaba el mismo juego. Como siempre había hecho él, cada tanto hacía algún comentario con doble sentido o me pellizcaba un pezón o incluso la cola. Yo me daba cuenta que le encantaba hacerme sentir incomodo y yo le seguía la corriente para divertirme.
Un día mientras almorzábamos le pregunté:
—¿Y? ¿Estás saliendo con alguien?
—¿Por? —me dijo divertido—. ¿Me querés invitar a salir? 
—Pelotudo.
—No, desde que me mudé solo me veo cada tanto con una mina. Pero nada en serio. Además no chupa tan bien la pija y sabés lo importante que es para mí que me chupen bien la pija —agregó y me guiñó un ojo.
—Sí, me imagino —dije yo.
Más allá de esa charla que me calentó no tuvimos ningún episodio. Yo seguía intentando hacer que tomara un poco de mi leche, pero no encontraba forma. Fran no largaba el mate.
Durante las siguientes semanas me dediqué a contactar posibles candidatos para los puestos que me habían dicho. Agendé unas entrevistas y después de varias logré dar con dos candidatos interesantes.
El pibe de IT se llamaba Fabricio. Era un pibe con un aspecto árabe, barba y pelo negro lleno de rulos, aunque lo tenía corto. Era flaco, se notaba que no tenía mucha grasa y aunque no era enorme los músculos se le marcaban al menor movimiento. Era un pibe de esos fibrosos que no se vuelven gordos nunca. Algo me decía que un poco más de músculos iba a verse bestial.
El otro que me gustó era un desarrollador llamado Sebastián. Sebastián era un poco más alto que yo, pero parecía tener el doble de ancho de hombros y el doble de antebrazos. Era un chabón de pelo corto, un poco morocho que caminaba como un enano dentro de una mina. Me contó que practicaba lucha libre y que le gustaba mantenerse en forma. Se notaba. No tenía definición, pero aparentaba tener mucha fuerza.
Le llevé los dos candidatos a Juan y sin siquiera mirarlos me dijo que le parecía bien. Les pasé los mails y él y Javi se encargaron de hacer las ofertas.
A las dos semanas iban a estar trabajando con nosotros.
Durante ese tiempo Javi y Juan no habían hecho más que volverse increíblemente musculosos. No importaba que estuvieran usando ropa oversize. Era tal el tamaño de sus músculos que al menor movimiento se revelaban sus bíceps y la forma increíble de su pecho.
Fabricio y Sebastián entraron a la empresa un lunes. Ese mismo día los llevamos a comer con Fran. Él y Sebastián no tardaron en pegar onda hablando sobre lucha libre y cosas por el estilo. Ambos eran muy deportistas y pegaron onda. Ese mismo día hablaron sobre la posibilidad de jugar paddle entre los cuatro e incluso Sebastián se ofreció para reservar cancha.
—Che —dijo después—, ¿Qué onda los dueños?
—Tremendas bestias, ¿eh? —dijo Fran.
—¿Están en esteroides o algo por el estilo? —preguntó Fabricio.
—Seguro —dijo Sebastián—, es imposible tener semejantes músculos sin inyectarse algo. ¿Viste los antebrazos que tienen? Son el doble que los míos —dijo usando su antebrazo como ejemplo.
El suyo ya era el doble de grueso que el mío. Sebastián tenía un aspecto mucho más sólido en presencia.
Para mi tristeza los tres solo tomaban mate. No tuve nunca forma de que me aceptaran nada lo cual me empujó a tomar medidas extremas.
Una mañana toqué la puerta la puerta de la oficina de Juan y Javier.
—Adelante —dijo Javi y al verme entrar se recostó sobre el respaldo para que pudiera ver lo ancho que se había vuelto su pecho. Incluso debajo de esa ropa negra y suelta se podía ver que sus pectorales eran todavía más grande.
Juan no estaba.
—Che, Javi, con los chicos nuevos estamos a puro tomar mate y me preguntaba si podremos contratar algún servicio de dispenser de agua.
—Obvio, Nanito —dijo y lo vi dudar antes de decir—. Che antes que te vayas, estamos completando cierta información fiscal y demás. ¿Me podrías decir tu dirección?
Le di mi dirección y lo vi anotarla en un papelito.
Ese mismo día contraté el servicio de dispenser y el viernes trajeron la máquina y dos bidones. Les pedí que dejaran todo en el cuarto de depósito que después lo íbamos a colocar. Ese mismo día esperé a que todos se fueran y cuando me quedé solo en la oficina abrí el primer bidón y eyaculé adentro. Coloqué el bidón en la máquina y me fui a casa. Mandé un mensaje al grupo de toda la empresa:
—Muchachos, el lunes ya tenemos agua para el mate.
—Gracias, Nanito —dijo Fran.

Ese viernes por la noche, cerca de las doce me llegó un mensaje de un teléfono desconocido.
—Nanito, ¿estás en tu casa?
No respondí y estaba por bloquearlo cuando me llegó otro mensaje.
—Soy Javi.
Y ni bien lo leí borró el último mensaje para que no quedara en el historial.
—Ah, ¿cambiaste de número?
—No, este es de un amigo. Me olvidé mi celu.
—Ah, ok. Sí, estoy en casa. ¿Por?
—Paso un toque, necesito hablar algo con vos.
—Ok —dije y una sonrisa se me dibujó en el rostro.
A los cinco minutos tocaron el timbre.
—Soy yo —dijo Javier.
Bajé a abrirle. Llevaba un buzo negro enorme y suelto, con la capucha puesta. Echaba miradas alrededor como si tuviera miedo de que lo estuvieran siguiendo.
—¿Todo bien? —le pregunté viendo como echaba miradas hacia afuera.
—Si, si… todo tranquilo.
—No parece.
Subimos al ascensor y él tuvo que pararse en diagonal dado que el ancho de sus hombros le impedía entrar en tan pequeño espacio.
—¿Seguro que estás bien? 
—Sí —me dijo él sin querer hacer contacto visual.
Parecía sumamente incómodo.
Entramos al departamento y él se acercó al balcón y miró hacia afuera.
—¿Podemos bajar un poco la cortina? —me pidió.
Yo le hice caso y la bajé hasta la mitad. Javi se sentó a la mesa y del bolsillo de su buzo sacó una botella de vodka. Recién entonces se quitó la capucha.
—Javi, me estás preocupando, ¿estás bien?
—Boludo, tengo que hablar con vos. No sé qué me pasa —dijo y al ver que me sentaba agregó—. ¿Me traes un vaso?
Cuando fui a la cocina recibí un mensaje de Juan. “Nanito, ¿cómo estás? Che, sé que es un poco tarde, pero, ¿haces algo esta noche?”
Le llevé el vaso a Javi y dije:
—Justo me acaba de escribir Juancito.
—¡¿Qué dice?! —preguntó Javi nervioso.
—Me pregunta si hago algo ahora.
—No le digas que estoy acá.
Miré a Javi a los ojos. Él abrió la botella, se sirvió un vaso entero de vodka y de dos tragos se lo bajó entero.
—Boludo, ¿qué mierda está pasando? ¿Estás en algo raro? Me estás asustando —dije.
—No, no te asustes, no estoy en nada raro pero necesito hablar con vos y Juan no puede saber nada.
—Ok, pero ¿por?
Javi se sirvió otro vaso y se lo bajó. Parecía estar haciendo un esfuerzo por emborracharse lo más rápido posible.
—Boludo, ¿qué haces? —pregunté.
—Chabón, no puedo más —dijo y se tapó la cara a las manos.
Me levanté de la silla y me paré a su lado. Apoyé mi mano en su hombro e incluso debajo de la tela pude sentir el tamaño descomunal de sus músculos. Era redondo y duro, probablemente sin un gramo de grasa.
—Che, Javi, me podés contar tranquilo —dije y agregué—. Dale, calmate, ponete cómodo, sacate el buzo.
En ese momento me llegó otro mensaje de Juan. “¿Querés ir a ver una peli?”, me preguntó.
—¿Qué dice? —preguntó Javi.
—Me está invitando a ir a ver una peli.
—Hijo de puta —dijo Javi entre dientes y me miró—. ¿Qué vas a hacer?
—¿De qué? Boludo, decime vos. Te veo mal.
—Necesito un rato —dijo y se tomó otro vaso de vodka.
Apoyó la cabeza sobre su brazo en la mesa.
—Le digo a Juan que estoy con amigos —le dije.
“¿Qué hacés, Juancito?”, le escribí, “Estoy con amigos. Arreglemos para otro día”. “Dale, no te preocupes. Abrazo”.
Cada vez que mi celular sonaba pude ver que Javi se estremecía. Seguía descansando su cabeza en su brazo y solo la levantaba para tomar un poco más. Puse en silencio mi celular y me llegó otro mensaje de Juan. “¿Te va mañana?”. Para que me dejara de escribir le puse “Dale, mañana hablamos”.
Dejé el celu y le saqué la botella a Javi antes de que se sirviera más. Javi se levantó de repente de la silla y se acercó a mí. Yo retrocedí hasta llegar a la pared y lo vi acercarse como una montaña hasta mí. Por un segundo tuve miedo de que me hiciera algo. Me sacó la botella de la mano y al ver mi cara se detuvo. Dejó la botella en la mesa y se arrodilló.
—Perdoname —dijo como si estuviera humillado de lo que acababa de hacer.
—Tranquilo, Javi —le dije.
Javi se dio vuelta y sin levantarse me abrazó por la cintura y hundió su cara para llorar. Pude sentir sus bíceps apretándome fuerte y la dureza de todo su cuerpo. Apoyé mis dos manos sobre sus hombros. Dios mío, el tamaño de sus músculos era increíble.
—Vení, levantante —dije porque me daba cuenta que no iba a poder moverlo ni aunque lo intentara—. Sentate en el sillón y contame.
—Vos no entendés —dijo Javier, parecía delirar y poco a poco el alcohol que había tomado empezaba a nublarle la vista—. Nunca me pasó nada igual…
—Javi, me podés contar…
Javier me miró a los ojos.
—Necesito que… No le podés decir a Juan… No le podés contar nada de esto…
—No le voy a contar nada, te lo prometo…
Algo se aflojó en él, como si hubiera estado haciendo un esfuerzo y de pronto soltara una carga. Se enderezó con dificultad como si fuera una montaña que de pronto cobra vida. Llevó sus dos manos a la cintura y con un movimiento lento y torpe, pero increíblemente masculino y sexual, se sacó el buzo. Me dejó sin aliento descubrir que no llevaba remera, por lo que su increíblemente musculoso cuerpo fue emergiendo lentamente. No estaba preparado para semejante visión de tan cerca ni tan pronto. Sus pectorales gigantescos y sus abdominales todos marcados cubiertos por una delgada capa de pelo se abultaban a centímetros de mis manos. Los músculos de sus brazos parecían tensos incluso aunque no estuvieran haciendo fuerza. El tamaño de sus bíceps era increíble, solo superado por el de sus triceps y por sus increíbles y anchos hombros. Con cada respiración su pecho subía y bajaba de una forma maravillosa.
—Estás enorme… —dije sin encontrar otras palabras.
Mis manos se levantaron por si solas. Temblaba. Era demasiado hombre.
Javier estiró su mano y envolvió la mía para llevarla hacia su pecho. Entrecerró los ojos y en un murmullo dijo:
—Necesito que me toques…
Apoyé mis manos en sus increíbles y enormes pectorales y él exhaló como si hubiera estado conteniendo el aire bajo el agua. 
—Javi, tu pecho es enorme…
Acaricié sus gigantescas tetas de hombre musculoso todo a lo largo, sintiendo lo duras y fuertes que eran. Sintiendo el pelo en su pecho y la forma de sus pectorales super desarrollados como dos montañas y el encuentro de sus músculos en el medio como un valle. 
—Es increíble lo musculoso que estás… 
Era realmente impresionante tocarlo… Tocar semejante cuerpo… Semejante hombre…
—No puedo imaginar la fuerza que debés tener… Sos una bestia…
Javi exhaló aún más, levantó ambos brazos y los puso detrás de su cabeza. Mis manos exploraron la profundidad y el ancho de sus axilas y subieron por sus enormes brazos musculosos sintiendo lo duros que estaban, lo fuertes que eran.
—Ahhh… Sí… Tocame… Sentí lo grande que estoy… —dijo Javier mordiéndose el labio, abrió los ojos, hizo rebotar sus pectorales frente a mí y dijo—. ¿Te gusta mi cuerpo musculoso?
—Me encanta… —dije acariciando todo su pecho.
Debajo del pantalón pude ver como poco a poco una pija de dimensiones imposibles empezaba a estirar la tela. Era tan grande y tan gruesa que parecía estar escondiendo un bat de beisbol bajo la ropa. Apoyé mi mano sobre su pija y se puso más dura y grande de golpe.
—Dios mío… La tenés enorme…
—Estoy al palo…
—Dejame sentir tus brazos… —dije casi rogando.
Javier flexionó ambos brazos y pude ver su bícep inflándose como una pelota de piedra frente a mi cara.
—Dios mio… Es enorme… Que fuerte que estás… —dije y acerqué mi cara y empecé a besar sus músculos, saqué la lengua y le lamí todo el brazo.
Seguí besando su hombro casi tan grande como mi cabeza y llegué hasta su cuello. Despacio me acomodé encima de él como si tuviera miedo de que despertara del transe. Me apoyé sobre su torso y me saqué la remera. Me estremecí de sentir la diferencia de tamaño de nuestros cuerpos, mi fragilidad y mi palidez frente al descomunal tamaño de sus músculos. Me recosté sobre su cuerpo y pude sentir el pelo de su pecho acariciando mi cuerpo, lo duro de sus pectorales contra mi pecho casi inexistente.
—Ah… Puedo sentir tu cuerpito diminuto sobre el mío… Jaja… Soy mucho más hombre que vos…
Le besé las tetas y le pasé le lengua a lo largo de todo el cuerpo, sobre todo alrededor de los pezones que sobresalían donde el músculo se abultaba de una forma increíble… Sus pectorales eran deliciosos… Fuertes y anchos… Cada uno más ancho que todo mi pecho…
—Sí… Lameme las tetas de hombre… Estoy enorme…
Con un suave movimiento se bajó el pantalón descubriendo poco a poco el tamaño descomunal de su pija. Era más larga y más gruesa que todo mi brazo. Era tan larga que llegaba hasta su rodilla. Cuando la descubrió por completo se paró como un mástil. Mis manos se agarraron a ella como si fuera un imán. Era dura como una piedra y estaba caliente como un motor encendido. Venas enormes la recorrían desde los huevos hasta la enorme cabeza de hongo.
—Ahhhhh…. Sí…. Agarrámela bien fuerte…
Con un movimiento rápido me saqué el resto de mis ropas. Justo antes de que Javier se pusiera en pie y mi cuerpo resbalara hasta quedar sentado sobre su gigantesca pija. Pude sentir la transpiración de mi culo abierto tan solo por estar sentado sobre la base de semejante mástil. Mi propia pija totalmente opacada por el tamaño de ese animal super dotado. Me agarré de su pija.
Javier sflexionó sus brazos y exhaló.
—Ahhh… Sí… Soy una bestia… Siento tu culito en la base de mi pija… Tus huevos y tu pijita… ¿Te gusta estar sentado arriba mío?
—Dios mío… Javi, sos un animal… Es monstruoso el tamaño que tenés…
—Necesito hacer fuerza… —y se inclinó hacia adelante para flexionar todo su cuerpo, sus increíbles brazos y su gigantesco pecho—. Voy a explotar de lo grande que estoy…
Podía sentir su pecho detrás de mi cabeza ponerse duro. Estiré una mano y apreté su bícep fuerte como una piedra. Golpeé su brazo con mi puño cerrado.
Javi se sonrió de que no pudiera moverlo.
—¿Qué pasa, enano? ¿Estoy demasiado grande? ¿Mis músculos son demasiado duros?
Se estiró nuevamente llevando sus brazos detrás de la cabeza para que respiraran sus enormes axilas.
—Me encanta ser tan grande y tan musculoso…
Se puso a caminar por la casa conmigo sentado en su pija.
—¿Te gusta cabalgar, enano? Jaja, ¿Qué tal mi pija de asiento? 
Entró a mi cuarto y al ver la puerta entreabiertas del placar lo abrió. El espejo de cuerpo completo reflejó sus inmensos músculos transpirados. Su pecho que sobresalía de forma increíble cubierto de pelos, sus brazos enormes inflándose con cada flexión y su monumental pija parada y dura que me sostenía.
—Ahí está, papá… —dijo Javi riéndose—, mirá lo que es esto… Mirá el tamaño que tengo… Tremendo macho musculoso con tremenda anaconda… —agarró su pija con ambas manos envolviendo las mías mucho más pequeñas mientras decía—. Tengo un cañón acá… El monumento a la poronga… Nunca viste un semental de este tamaño… —de la punta de su pija brotó un líquido espeso y transparente y con una mano empezó a esparcir su propio jugo para lubricarse la pija todo a lo largo. Sus enormes manos incluso me lubricaron el cuerpo agarrándome como si fuera un muñeco, todo mi cuerpo quedó pegajoso y brillante y después se embadurnó su gigantesco pecho musculoso con su propia leche, se chupó un dedo y dijo—. ¿Estás listo para sentir lo grande que soy?
—Javi, espera… No voy a poder con vos, sos demasiado grande… 
—Jaja, no te preocupes, soy solo un macho enorme y musculoso con una pija de caballo a punto de abrirte el culo como una flor.
Sus manos me levantaron como si no pesara nada y me apoyó contra la pared. Su pecho se acercó hasta aplastar mi cuerpo. Pude sentir lo duro y enorme que estaba su pecho mientras me hundía en él. Un dedo cubierto de su semen y tan grueso como mi pija se metió en mi culo para aflojarme y sentí un calor recorrer todo mi cuerpo.
—Aflojá, enanito… Aflojá que se viene el pedazo de carne más grande que viste en tu vida… Te voy a meter este cañón para que sientas lo que es un hombre de verdad…
Sin pensar en lo que hacía saqué la lengua para lamerle el pecho peludo.
—Jaja, chupame las tetas… si…
Sentí la gigantesca cabeza de su pija en mi culo y un shock sacudió mi cuerpo cuando empezó a hacer fuerza.
—¡¡¡Ahhhhh!!! ¡¡¡Javi es enorme!!! ¡¡¡Despacio!!! ¡¡¡Más despacio!!! ¡¡¡Me vas a partir en dos!!!
—Jaja, tranquilo… Aflojá el culo que estoy más grande de lo que parece… Ahhh… Soy un animal…
Se despegó de la pared y me agarró por la cintura con ambas manos. Podía ver todo su gigantesco cuerpo frente a mi ponerse duro, su pecho descomunal todo inflado y duro a centímetros de mi cara preparándose para abrirme el culo en dos… La cabeza de su pija parecía gruesa como un árbol… Y estaba dura como la roca…
Empecé a pegarle en el pecho con mis puños cerrados, pero era como estar pegándome a una pared. Javi se empezó a reír.
—¿Qué pasa, Nanito? ¿Estoy muy grande? Jaja, no vas a lograr nada pegándome con tus manitos… Mis músculos están demasiado duros y apenas sienten tus golpes… Pero seguí que me encanta que defiendas… Dale, golpéame que me hace sentir más fuerte… Intentá defenderte de este animal… Tengo tanta fuerza que te podría atravesar con esta pija… Ah… Soy un macho descomunal… Ah… Preparate que te voy a llenar con mi wasca…
Desesperado dije:
—¡Yo sé lo que te hizo crecer!
Javi salió del transe y me miró a los ojos.
—Bajame… Y te digo…
 

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3 nuevos empleados? Nano va a morder mas de lo que puede masticar. Pobre casi se lo destronan xD

No aviamos bisto mucho de nano y javi, sin contar la primera ves . Pero sigo curiouso por saver que tenia entre manos el juan. Ya no van a poder caber oor las puertas si Nano sigue con sus mañas.

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